Educar para generar una transformación social con el objetivo de crear sociedades más sostenibles, es lo que se busca al llegar a la naturalización de los patios escolares del mundo.
Si usted visita sus experiencias en uno durante su época de niñez y adolescencia, recordará que no siempre se viven momentos amenos.
No todos los niños hacen amigos o comparten con sus compañeros al momento del receso por diferentes motivos como la timidez o por no poder disfrutar por completo de las instalaciones que existen en sus escuelas y colegios.
El proceso de introducción de la naturaleza en un espacio promoverá la inclusión, un aprendizaje creativo y la salud física y mental de los niños.
Así lo explica un estudio de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), elaborado por las investigadoras Filka Sekulova e Isabel Ruiz-Mallén del Laboratorio de Transformación Urbana y Cambio Global (TURBA Lab), tuvo como propósito analizar los factores clave en la gobernanza de estos lugares.
Los diseños adecuados
El trabajo, se adentra en el proceso de diseño de las áreas de receso para proponer una gobernanza que facilite el éxito en todos los ámbitos.
Este explica lo esencial que es asegurarse de que su diseño sean los adecuados para conseguir los múltiples beneficios que proporcionan estos entornos a los escolares y a la sociedad en general.
Una colaboración que sea real y efectiva
En el proyecto se analizaron los procesos de diseño de patios escolares naturalizados en cuatro ciudades de Europa: Barcelona —con el programa Transformem els patis—, París, Bruselas y Róterdam.
“En las cuatro ciudades que hemos estudiado vemos que la mayoría de los esfuerzos se dirigen a fomentar la participación en las fases de visión y preparación del espacio, pero no tanto en las de implementación y mantenimiento. Sin embargo, los niños y niñas suelen apreciar más el lugar si han estado implicados en su construcción; por ejemplo, con pequeños trabajos prácticos”, explica Filka Sekulova, que ha liderado el estudio.
“La colaboración efectiva entre escolares, padres, profesores, diseñadores, arquitectos, financiadores y agentes locales en las distintas fases de producción de los patios es crucial”, agrega.
Participación inclusiva
Otro punto clave a tomar en cuenta es que, fomentar una participación que sea inclusiva en todo sentido, mejorará la experiencia para todos.
Por ejemplo, en los barrios de clase trabajadora con ingresos bajos, la implicación de las familias en estas temáticas, tiende a ser menor que en los barrios acomodados.
Esto no es necesariamente por una falta de interés, sino porque, debido a sus trabajos y características socioeconómicas, no pueden permitirse ser voluntarias o involucrarse por mucho tiempo, ya que en muchas ocasiones la principal preocupación de este grupo, es llegar a fin de mes y poner el pan sobre la mesa.
“Definitivamente esta escasa participación se suele traducir en una menor calidad de los espacios verdes en las escuelas y colegios de estos barrios”, detalla Sekulova.
“Una forma de mejorar esta situación sería ofrecer algunas compensaciones materiales por la participación (por ejemplo, una comida gratis o servicios de canguro) como parte de los procesos participativos e integradores en esas comunidades”, añade.
Compromiso con todos, un factor primordial
El perfil de los arquitectos y paisajistas es fundamental para crear un espacio exitoso que se logre adaptar a las necesidades de los niños, las niñas, las figuras de autoridad y la comunidad en general.
Estos deberán ser profesionales que se responsabilicen con la educación, la pedagogía, la ecología del paisaje y la permacultura (la filosofía de vida sostenible).
Ambas investigadoras observan que, “cuando estos profesionales están abiertos a un proceso horizontal de cocreación, con elementos experienciales y artísticos, los resultados son claros: patios escolares muy diversos, verdes y únicos, un lugar donde los escolares desarrollan un sentido de pertenencia”.
A diferencia de que cuando el equipo de arquitectos aborda los procesos de transformación como una obra de urbanización más, se pueden observar unos diseños menos ambiciosos, más homogéneos y estándares que finalmente no fomentan el juego creativo ni el sentido de pertenencia.
¿Cómo deben ser los espacios naturalizados?
A esta pregunta Sekulova indica que “realmente debemos atrevernos con espacios más salvajes, desestructurados y basados en la naturaleza”.
Y es que la ciencia (The Theory of Loose Parts, de Simon Nicholson, 1972) ha demostrado que la colocación de piezas sueltas, es decir, materiales naturales y reciclados, estimulará en grandes cantidades la creatividad y la imaginación de los estudiantes.
En ese sentido, ellas recomiendan que estos patios verdes incluyan áreas con colinas, puentes, caminos y túneles, además de árboles, zonas arbustivas o suelos cubiertos con virutas de madera, entre otras características.
En cuanto a las estructuras de juego y recreación, lo ideal sería instalar cabañas y zonas para escalar que sean hechas de madera reciclada con troncos de árboles, además de anfiteatros, huertos, elementos de agua y barro e infraestructuras para la recogida de agua.
Se debe resaltar que diversos estudios demuestran que aquellos jóvenes que pasan tiempo en espacios con vegetación, son capaces de poder concentrarse mucho mejor.
Además, afrontan mejor los acontecimientos estresantes de la vida y presentan menos síntomas de déficit de atención durante las clases y de hiperactividad en el día a día.
El reto de integrar el currículum educativo
A pesar de todas las ventajas que supone para los niños y las niñas pasar tiempo en espacios naturalizados, por el momento el sistema educativo no está preparado por completo para integrar el sistema de aprendizaje en un entorno exterior dentro del establecimiento de educación.
Así lo manifiestan las autoras de la investigación ya que por un lado, la enseñanza al aire libre no forma parte del currículum obligatorio.
En general, falta información sobre la educación en entornos exteriores y esto muchas veces se percibe como trabajo extra que, además, no está bien reconocido.
Es por eso que Sekulova y Ruiz-Mallén proponen incluir módulos sobre aprendizaje y enseñanza al aire libre en los programas de formación de futuros maestros, así como ofrecer formación a los profesionales del sector, puesto que la presión de las familias, puede ser una palanca de cambio.
Como próximos pasos y acercamientos a tomar, plantean que se lleven a cabo más estudios sobre las buenas prácticas y los factores que facilitan el uso de espacios al aire libre para la enseñanza.
También consideran necesario ahondar en la forma en la que el aprendizaje al aire libre, mejora la conciencia socio ecológica y las competencias de sostenibilidad del espacio.
Ideal y al natural
La innovación en el aprendizaje es un área que contribuye a solucionar los retos a los que se enfrentan las sociedades globales del siglo XXI.
Entornos de este tipo, que sean no excesivamente ordenados y mucho más flexibles, facilitarán el aprendizaje al aire libre y promoverán un juego y ambiente variado y creativo, a diferencia de los patios de cemento tradicionales. (F)