Alfonso Reece Dousdebés: En los mares de Asia oriental | Columnistas | Opinión

Cuando los Estados imperiales entran en una fase expansiva no se puede detenerlos haciendo concesiones, como se vio antes de la II Guerra Mundial cuando los países occidentales creyeron que Hitler, como ofreció, se conformaría con la cobarde entrega de Checoslovaquia y no intentaría nuevas anexiones. Menos de un año después el führer se había lanzado a conquistar toda Europa con acciones militares. En la actualidad existen varias potencias imperiales, no interesa que se llamen repúblicas, pues no lo son, todas son sucesoras de antiguos emperadores que avasallaron a varios pueblos y como tal se comportan. Por lo menos dos de ellas están en procesos activos de expansión. Nos referimos concretamente a Rusia, empeñada en conquistar militarmente a Ucrania, y a China, que pretende convertir al mar de la China, incluido el mar Meridional, en un lago interior de su imperio, un verdadero Mare Nostrum, que era como llamaban los romanos al Mediterráneo cuando su imperio lo rodeaba por completo.

Poderío marítimo chino en Latinoamérica

Pero mientras la Rusia del zar Putin realiza su intento con una burda y obsoleta invasión militar, que le ha costado la vida a miles de soldados y civiles, la China de Xi Jiping despliega una hábil estrategia de presiones comerciales, diplomáticas y acoso militar a sus vecinos para hacer prevalecer sus ambiciones, pretextando unos muy deleznables “derechos históricos”. Por el momento reclama propiedad sobre tres pequeños archipiélagos situados en los disputados mares: Spratly y Paracel, en el sur, y Senkaku en el oriente. A ello se añade unas generosas porciones de aguas territoriales que le darán control sobre nueve décimas partes de los mares en disputa, con sus correspondientes recursos minerales y biológicos.

¿Qué política económica?

Pero la verdadera perla de los mares orientales es la isla a la que sus descubridores europeos llamaron “hermosa” (Formosa), hoy Taiwán. Su situación tiene una problemática diferente, no es un pequeño arrecife sino una isla de medianas dimensiones (más de 35 mil km²) y gran población (casi 24 millones). Estuvo dominada por China menos tiempo del que Ecuador fue colonia española. Desde 1949 funciona allí un Estado de derecho, es decir con mandatarios electos y separación de poderes. Apostando desde su fundación a la libertad económica se ha convertido en uno de los países más prósperos de Asia y un gigante tecnológico. Miembro fundador de las Naciones Unidas fue expulsado de esta organización por exigencias de Pekín, que condicionó su incorporación al organismo mundial a la adopción de tan arbitraria medida. Desde entonces la gran potencia se ha empeñado en excluir a la pequeña república de todo el sistema de la ONU, incluso retirándole su condición de observador en las agencias especializadas. Los países del mundo libre deben comprender que esta estigmatización diplomática tiene como propósito final cohonestar una futura ocupación de facto. Esto sería muy grave de por sí, pero más lo será por el hecho de que el Estado imperial y totalitario dominaría así ambos costados del mar de la China, que concentra una tercera parte del tráfico naviero mundial. Y damos por descontado que no se detendrá allí, sus planes son de nivel global. (O)

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