“El que se mete conmigo, se seca”, así dice Maduro. Sí, así como quien lanza un maléfico hechizo a quienes lo critican y en especial a quienes le exigen lo que él no tiene: las actas en la que consta la verdad del sufragio presidencial.
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“No nos van a sacar de aquí”, afirma, burlón, Diosdado Cabello, a quien se lo señala como cabecilla de la infame represión que tiene como fin imponer un falso triunfo, a través de encarcelar a aquellos que participan en protestas pacíficas expresando que llegó la hora de que Maduro deje el poder. Una vez capturados, los torturan de tal manera, que los obligan a grabar videos en los que “confiesan” que sus actividades de crítica al régimen son pagadas por terceros; y, que por ende, ellos son felices, como sociedad civil, en la tan desdichada Venezuela.
Maduro, ha lanzado maldiciones, ha adelantado la llegada del Niño Jesús y ha protagonizado ceremonias religiosas usando el nombre de Cristo, con tal de enviar al mundo una imagen de pureza, honradez y de ser jefe de un país de justicia social y bienestar.
¿Qué se puede esperar en Venezuela?
A pesar de su perversidad engañosa, Maduro y sus cómplices, no se han podido escapar de la mirada de Naciones Unidas ni del propósito de las investigaciones que va llevando a cabo la Corte Penal Internacional. “Encontramos un alto grado de indefensión entre la población, personas defensoras de derechos humanos, personas involucradas en trabajo social y comunitario, periodistas y todas las personas percibidas como oposición. La información recibida indica que esta situación se da en un contexto caracterizado por el uso arbitrario del sistema de justicia penal por parte del Ministerio Público en contra de estos grupos, la criminalización de la defensa de los derechos humanos, la corrupción rampante, la impunidad y la falta de un poder judicial independiente capaz de investigar violaciones graves a los derechos humanos”, observaron las personas expertas de ONU. La Corte Penal Internacional, por su parte, ya abrió otra investigación contra este régimen.
Lo último que sabemos es que sometió a Eduardo Gonzalez Urrutia a firmar una carta en la que acataría la decisión del Tribunal Supremo Electoral. Y todo ello habría sucedido en la embajada española.
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¿Acaso un representante de España se ha prestado para atestiguar una amenaza más de Maduro? ¿A cambio de qué?
Un escenario, salvar la vida de Gonzalez; otro escenario, suponiendo que le simpatiza el régimen, extenderle el tiempo a Venezuela para que Maduro realice más atrocidades y pueda quedarse en el poder. Caben todos los escenarios posibles, pues no sabemos de ningún pronunciamiento de Felipe VI, ni de Pedro Sánchez.
Cancerbero de la dictadura
En este contexto, que más parece una película de ficción futurista de guerra y terror, me pregunto si a Ecuador le falta proactividad para defender la democracia en la región. ¿Colombia, Brasil y otros están haciendo lo suficiente? ¿Acaso suponen que lo que sucede en Venezuela no les pasará a nuestras naciones?
Así como se pasean en nuestras aguas submarinos llenos de drogas, así mismo, pasean -entre nosotros- quienes quieren ser como Maduro, con otro acento, claro, con otras camisas, con otros zapatos y otros gritos. (O)