Este año, el grupo de escritoras invitadas a la Feria Internacional del Libro de Guayaquil merece de María Fernanda Ampuero la calificación de ‘sobresaliente’. “Estoy supercontenta de que este año hayan contado conmigo y con Mónica Ojeda, que también vive acá en España, y que vayamos a estar juntas”.
La conversación lleva el título de ‘Gótico del manglar’, una manera de conjugar el estilo de ambas, y será el sábado 21 de septiembre a las 20:00 en el Salón 1. “Eso (coincidir con Ojeda en una feria) no es algo que pasa mucho”, dice Ampuero, “y en Guayaquil ha pasado solo una vez. Me parece emocionante que dos guayaquileñas que somos parte de la conversación de la literatura contemporánea estemos en la feria de nuestra ciudad con la gente que nos vio crecer”.
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Otra de sus motivaciones es conocer a Elaine Vilar Madruga (La tiranía de las moscas, El cielo de la selva), de quien opina: “De la nueva generación, sino de las mejores, la mejor; un genio y una fuerza de la naturaleza”.
Estar en un encuentro como este es para Ampuero la oportunidad de encontrarse con los lectores, esas personas que le permiten hacer el ejercicio completo de su oficio. “La literatura es un juego que necesita de dos; puedo escribir millones de cosas, y si las tengo guardadas, el juego no se efectúa; conocer a la gente es ver cómo termina este trabajo que haces en soledad”.
Siempre y cuando, añade, el autor no entre en el afán de estar en todas partes y tener nuevos libros todo el tiempo. “No somos comerciantes de carros, no vivimos de eso. Somos gente que necesita soledad, una concentración increíble y una cantidad de espacio mental. Por lo menos en mi caso (…) El próximo año voy a aceptar la menor cantidad posible de invitaciones, para poder escribir. Hay quien escribe en aviones, en hoteles”, reconoce. Pero ella necesita de la cotidianidad, de lo doméstico.
“¡Me canso mucho! Soy neurodivergente, con una cierta fobia social que he aprendido desde jovencita a disimular. Eso significa un esfuerzo inmenso. Conocer a los lectores me parece fundamental, es lo mínimo que puedo hacer, agradecerle a alguien que, en lugar de comprarse cualquier otra cosa, compró un libro mío”.
‘Esta no es una ciudad normal’: María Fernanda Ampuero escribe sobre Guayaquil
Ampuero es y se reconoce como una persona distinta, y no en un mal sentido. “No me da vergüenza decir que soy gorda, inmigrante, mujer sin hijos, feminista, queer. Es una más de mis características, y me parece que es liberador encontrar a alguien que hable tan abiertamente de esto y de cómo muchas de nosotras tenemos una vida aparentemente funcional, ‘exitosa”’, lidiando contra nuestra propia cabeza, obsesiones, depresión, boicot, trastornos (…)”.
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Así que seguirá hablando de eso. “Nuestra sociedad se ha perfeccionado en el arte de decir: ‘Aquí no ha pasado nada’. Y en ese sentido, yo soy la oveja negra de Guayaquil, como Mónica, como (Francisco) Santana, como Solange Rodríguez, al decir que esta no es una ciudad normal; que una sociedad de tanta segregación racial y económica, que no es caminable, en la que cada vez hay menos verde y menos belleza y actividades gratuitas, es una ciudad enferma; y que en una sociedad enferma no puede haber ciudadanos y sujetos sanos. Tenemos que decirlo sin parar”.
A su lista de escritoras que desmienten esa normalidad añade a Yuliana Ortiz, Xiomara España, Yana Lucila Lema, Daniela Alcívar, Gabriela Ponce, Marcela Rivadeneira y Natalia García Freire, varias de ellas con publicaciones fuera de Ecuador y con traducciones a otros idiomas. “El secreto no es que vivimos aquí (en España), es que escribimos bien. Es una falacia decir: ‘Como (Ampuero y Ojeda) se fueron, publican y son conocidas’. Es esa táctica de menospreciar a las mujeres”, asegura, entrando en indignación. “Yo vine sin documentos hace 19 años, estuve dos años indocumentada, haciendo de todo; no es que llegas y las editoriales están esperándote en el aeropuerto. Vengan a intentarlo, a ver qué tal les va. Aquí nadie te regala nada (…) Trabajamos como bestias para poder vivir”.
Los idiomas de Pelea de gallos, Sacrificios humanos y Visceral
Pelea de gallos (2018) ha sido traducido al italiano y al inglés, mientras que Sacrificios humanos está en inglés y portugués, y otras editoriales han comprado los derechos en Corea del Sur y Grecia. “Acaban de comprar Visceral en Estados Unidos, y los italianos están por presentar una oferta. Mi agente está en conversaciones con alguien en Egipto para traducirlo al árabe. Y se está conversando por los derechos cinematográficos de algunos cuentos y adaptaciones al teatro, que me parece que es otra especie de traducción”, enumera Ampuero.
Hablando de los cuentos de Ampuero, entre uno y otro se suele sentir la necesidad de hacer una pausa después de la tensión, y nos cuenta que a ella también le pasa. “Creo que hay algo en mi relación con la escritura, por venir del periodismo” (vale mencionar que trabajó en la redacción de Diario EL UNIVERSO hace dos décadas). “Aunque el lugar de enunciación no es el mismo, hay un vaso comunicante con el periodismo, y es el respeto a la historia de esa persona que no soy yo; admiración y humildad frente a quien te cuenta su historia. Yo quiero a mis personajes, aunque vivan lo que viven. A veces me preguntan: ‘¿Por qué les haces pasar estas cosas?’. No, yo no lo hago. Esas cosas pasan en el mundo, a las mujeres, a los niños, a las personas LGBTI. Yo solamente las escribo y sufro muchísimo por ellas”.
En uno de los cuentos de Sacrificios humanos (Biografía), la protagonista, una migrante atrapada en una casa demencial, encuentra y graba los nombres de pasaportes robados a sus dueñas desaparecidas, mientras busca la forma de escapar y llevar con ella ese registro de las demás.
Hace poco, Ampuero completó el programa de residencia internacional Civitella Ranieri, en la región italiana de Umbría. “Soy la primera ecuatoriana que la recibe, un mes y medio en un castillo de Italia. Y a pesar de estar en un entorno maravilloso, estuve ahí escribiendo y sufriendo, porque mi literatura es dolorosa. Tenía que hacer pequeñas pausas. Hoy dedico mucho más tiempo a pensar en el cuento que a escribirlo”.
También ha sido la primera invitada del país al Festival de Literatura de Mantova, en Italia, para presentar Pelea de gallos. “No imaginé que iban a ir tantas personas que ya habían leído Sacrificios humanos (uno de los diez mejores libros de horror de 2023 según The New York Times). Con unos invitados que no puedes creer que yo haya estado sentada en el mismo lugar, hablando en español con acento guayaco”. Después de la FIL Guayaquil irá a la Feria del Libro de Nueva York, en octubre.
Porque a pesar de los complicados sentimientos hacia su ciudad natal, no parece que se haya rendido con ella. “Cada cosa que yo hago es también un triunfo para Guayaquil, es la olimpiada de la cultura, esa ilusión de que suene nuestro himno”, ríe.
Pero más que hablar de sus libros, algo que afirma que no la deleita, cuando tiene una audiencia usa el tiempo a su manera. “Como tengo 15 minutos de fama, hago activismo político. Vivo en Europa, en un continente que cada vez odia más a la gente extranjera, y yo tengo que decirlo. De hecho me puse un pañuelo palestino en Italia”.
Opina que la persona que hace arte en un mundo que “está viviendo en directo el Apocalipsis” no puede darse el lujo de decir: ‘Ah, qué increíble es mi poética’. “Si me das a elegir”, finaliza, “prefiero ser activista que ser escritora, sin duda”.
¿Será esa su postura también en Guayaquil? Su conferencia ‘Feminismo y escritura’ será este domingo 22, a las 16:00. “Mi primer trabajo, a los 18 justos, fue en un colegio, entonces tengo 30 años hablándole a la gente sobre la desigualdad social, el racismo, la homofobia, la islamofobia, la gordofobia. No voy a parar ahora”. (F)