Un semáforo apagado y la ausencia de agentes de tránsito convierten a una avenida en un caos. La situación es familiar para los conductores que deben transitar en diversas calles de Guayaquil y otras ciudades en estos días.
Ecuador afronta restricciones del servicio eléctrico por efectos de la sequía y el estiaje, esto ya es conocido. Cada semana el Ministerio de Energía difunde los horarios para ciudades y sectores. Pese a ello, una descoordinación se evidencia en el incumplimiento de las franjas anunciadas. Esto imposibilita la planificación ciudadana, incluida la movilidad.
Es básico que los organismos de tránsito estén informados y en paralelo hagan un permanente monitoreo de la situación en las calles. En el centro de Guayaquil, en la calle Eloy Alfaro, por ejemplo, al final de tarde del lunes hubo semáforos sin energía mientras otros sí contaban con servicio, pero los que estaban apagados generaron incomodidad. Lo mismo ocurría en la calle Machala en la mañana de ese mismo día.
El sábado anterior, quienes conducían por la avenida Francisco de Orellana –por la tarde– vivieron un caos que se reportó en redes sociales. Agentes de tránsito se hicieron presentes dos horas después, mejorando considerablemente la situación.
También se ha podido observar a agentes de control municipal dirigiendo el tránsito. La ciudadanía agradece cuando se soluciona y lo que pide es organización, coordinación tanto en horarios de cortes de energía como en el control vehicular.
Conducir en horas pico y con semáforos sin servicio es un deporte extremo, también, porque ciertos conductores pierden el control emocional, manejan sin precaución y agresivamente. La falta de luz complica y no es agradable para nadie, pero si actuamos como ciudadanos resilientes llegar a nuestro destino será menos complejo y más seguro.
En una ciudad de casi tres millones de habitantes y con un parque automotor estimado en 693.161 unidades, todas las medidas para el control son bienvenidas. (O)