La vida diaria de los niños ocurre principalmente entre sus casas y las escuelas o colegios. Y, entre las dos, una constante son los deberes. Es por ese motivo que contar con un espacio de estudio adecuado siempre es un tema recurrente, en especial en situaciones de aprendizaje híbrido, cuando los estudiantes necesitan un entorno que favorezca la concentración, la organización y el confort.
La educadora Adriana Trejo, directora de primaria de Eight Academy (Quito), comparte algunos consejos prácticos para ayudar a las familias a crear el espacio de estudio recomendado para llevar a cabo las tareas y estudiar.
Elegir un lugar tranquilo y bien iluminado. El primer paso para configurar un espacio de estudio eficiente es seleccionar un lugar apartado de distracciones. Si es posible, evitar estar cerca de áreas ruidosas de la casa, como la sala de estar o la cocina. La iluminación natural es ideal, pero si no es suficiente, se debe complementar con una lámpara de escritorio de luz suave, para no forzar la vista.
Mobiliario ergonómico y funcional. Es fundamental que los estudiantes se sientan cómodos mientras estudian. Una silla ergonómica que les permita mantener una buena postura, combinada con una mesa adecuada a su altura, será clave para evitar molestias físicas. Un escritorio amplio donde puedan organizar sus libros y materiales también es importante para promover la productividad.
Mantener el espacio ordenado y organizado. Un espacio limpio y ordenado puede ayudar a los estudiantes a enfocarse en sus tareas. Usar organizadores, estantes y cajones para que los materiales escolares estén a mano, pero fuera del camino cuando no se necesitan. Etiquetar cajas y carpetas también puede ser útil para mantener todo en su lugar. Algunos estudiantes pueden preferir trabajar en un ambiente más minimalista, mientras que otros pueden beneficiarse de tener pizarras o corchos donde puedan plasmar ideas y recordatorios.
Otras recomendaciones, de Scholastic: Asegurarse de que el estudiante cuente con todos los insumos que necesita para sus actividades, como tijeras, calculadora, papel. Todos los suministros deberían estar en un sitio designado, para que el pequeño no se distraiga buscándolos.
También se aconseja llevar un calendario o una lista de tareas pendientes, donde pueda visualizar lo que tiene que hacer y cuándo.
Es permitido personalizar este ambiente con carteles, fotografías, obras de arte o cualquier otra decoración significativa. Como el niño pasará algún tiempo allí, es mejor disfrutarlo.
Finalmente, será necesario bloquear todo tipo de ruido, como de la televisión, radio, reproductores, entre otros, que sin duda provocarán distracciones. Es mejor mantener todo en silencio, pero si lo prefiere, para realizar tareas o estudiar, una gran idea es hacerlo con música clásica de fondo. Por años se ha estudiado los efectos de este género musical en el rendimiento escolar y en definitiva los dos componentes van de la mano positivamente. Es más, este tipo de música podría usarse para reducir los niveles de ansiedad ante exámenes, considerados complejos, como el de matemáticas.
Responsabilidad de los padres en las tareas escolares
La tarea diaria también es el medio por el cual los padres se involucran más directamente en el aprendizaje de sus hijos, puntualiza el informe Gestión del entorno de aprendizaje en el hogar (Consejo canadiense para el aprendizaje, 2007). Esto requiere una mayor participación de ellos en el establecimiento de un entorno de aprendizaje en el hogar que sea óptimo para complementar el trabajo del maestro en el aula.
Sin embargo, como sucede en muchos casos, los deberes se han convertido en una fuente de estrés para padres e hijos, que se extiende hasta los años de secundaria. Por ese motivo, los autores del estudio mencionado recomiendan a los progenitores cumplir con dos condiciones al momento de gestionar un espacio de enseñanza en el hogar: que se convierta en una oportunidad para alentar la autonomía de sus hijos y que provoque rutinas para moderar el estrés por la tarea entre los miembros de la familia.
“Los padres se involucran de diversas maneras en la realización de los deberes, pero el seguimiento se considera uno de los mecanismos más comunes e importantes mediante los cuales los padres promueven la autonomía en el enfoque del aprendizaje de sus hijos”, señalan los investigadores Robert Sweet y otros. No obstante, otras formas de regulación, como expresiones continuas de insatisfacción con el nivel de esfuerzo o logro de los niños se perciben (especialmente por los adolescentes) como “presión” y con frecuencia conducen al desánimo y la falta de compromiso.
Aquí viene la segunda condición que se debería acatar: incorporar la tarea dentro de las rutinas familiares para limitar el estrés asociado con esta responsabilidad. Es cierto que el inicio y la finalización de las tareas pueden generar desacuerdos y conflictos entre padres e hijos, especialmente cuando los primeros tienen un tiempo disponible limitado para asumirlas. “La forma en que los padres manejan el estrés emocional de estas situaciones es importante para establecer hábitos de estudio efectivos y, al mismo tiempo, mantener la curiosidad intelectual natural del niño”.
Por eso, además de un buen espacio físico, es esencial crear un ambiente donde el estudio sea una prioridad, con horarios específicos para hacer los deberes y fijar límites de tiempo para el uso de dispositivos electrónicos. (F)