Alfredo Saltos Guale: Pesar abruma a la Universidad Agraria | Columnistas | Opinión

La agricultura y la academia nacional fueron sacudidas al difundirse la infausta noticia del fallecimiento del profesional agrónomo doctor Jacobo Bucaram Ortiz, acontecido luego de una titánica lucha de la ciencia unida a su voluntad férrea por vencer una grave enfermedad, soportada con excepcional estoicismo, propio de un espíritu guerrero demostrado a lo largo de su fructífera existencia, tanto en el ejercicio de la cátedra universitaria como en la función pública, en los ámbitos político, deportivo y en labores privadas agrícolas, dejando en ellas su sello de triunfador y figura descollante que ha trascendido los límites patrios.

Falleció Jacobo Bucaram Ortiz, fundador y exrector de la Universidad Agraria del Ecuador

Sin desconocer sus aportes en otros espacios, es evidente que sus realizaciones más deslumbrantes fueron en el firmamento educativo, en el apasionante mundo agrario, al que buscó transformar, optimizar y proyectar a nivel internacional con la cristalización de la magna obra de sus sueños como fue la creación de la Universidad Agraria del Ecuador, instituida mediante Ley n.° 158 del 16 de junio de 1992, que registra 22.000 graduados y 1.200 maestrantes de diferentes especializaciones del sector, dispersos con singular entrega como semillas de progreso, cual misioneros del campo e impulsores de riqueza, generadores de trabajo y de alimentos para la población.

No fue una tarea fácil superar los múltiples obstáculos para alcanzar lo que hoy es la Universidad Agraria, los trámites fueron agotadores, comenzando con la presentación de una sustentada documentación y un estudio de factibilidad económica y social hasta demostrar la necesidad de un núcleo formativo de su género que cubra la esencia profunda del Ecuador agrícola, con indicadores irrebatibles y alternativas de financiamiento para su permanente funcionamiento, siendo lo más escabroso atravesar los campos minados de un Parlamento hostil, donde se manejó con destreza en medio de artimañas, hasta que su propuesta se convirtió en un instrumento jurídico publicado oficialmente; vino luego una larga y tortuosa etapa de acoso que concluyó cuando la Corte Constitucional ventiló la legalidad de su existencia, dictaminando su ajuste al orden legal. Ahora es un centro de educación superior con un patrimonio superior a 600 millones de dólares, con posgrados de cuarto nivel que no envidia a ningún extranjero.

Jacobo Bucaram Ortiz es velado en auditorio de la Universidad Agraria del Ecuador

Los sinsabores y luchas continuaron hasta sortear con éxito el boicot de la vieja universidad, que se resistía a desprenderse del control absoluto del cautivo pensamiento agrario, mientras que el régimen le negaba los recursos o no los entregaba en la magnitud que la norma determina. Como si fuera poco, fuerzas retrógradas localistas alentaron la invasión a los predios de Milagro, nervio de la formación práctica, donde Jacobo sacó a relucir su alma combativa, derrotando despropósitos de politiqueros desaforados. La Universidad Agraria perdurará por siempre con el ímpetu de su fundador y rector emérito, lo garantizarán sus docentes y descendientes forjados al calor de su ejemplo, mereciendo como homenaje a su memoria que se agregue a la nominación con que fue creada una frase con letras indelebles que resalte su nombre. (O)

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