La grandeza de los pensadores profundos es que sus publicaciones son de interpretación abierta. Pero una cosa es interpretar y otra es tergiversar. He visto recientemente comentarios sobre la mano invisible de Adam Smith, que orientan el pensamiento en la dirección que fortalecen la participación del Estado en la economía. Creo que el concepto de la mano invisible de Smith se orientaba más bien en la regulación por el libre mercado.
El reino del absurdo
Las primeras referencias de la “mano invisible” las encontramos en sus obras: La riqueza de las naciones (1776) y La teoría de los sentimientos morales (1759). Esta es una metáfora con la que Smith, padre de la economía moderna, hace referencia a la capacidad de autorregulación que el libre mercado tiene intrínseco en sus fundamentos y teorías.
La ignorancia triunfa
Según Smith: “El papel del mercado es fundamental y, cuanto menos control exista en las economías, más fácil será que estas alcancen su máximo bienestar”. Las acciones de la oferta y demanda son suficientes para alcanzar el equilibrio económico y la fijación natural de los precios. Los mandatarios deberían ocuparse de otros asuntos, como la justicia o la defensa, dejando al mercado a su libre funcionamiento.
Consejos para evitar los cortes de energía
La teoría de la mano invisible defiende que la propia autorregulación del mercado facilita la consecución de un mercado óptimo, por lo que los individuos deben comportarse y actuar sin las interferencias del Estado y buscar su propio interés. A juicio de Adam Smith, los precios son un indicativo más que suficiente para saber en qué preciso momento se debe participar o no en el mercado.
Javier Milei y las verdades verdaderas
No sé de dónde algunos dogmáticos concluyen que la mano invisible de Smith favorecía la intervención del Estado. ¿Es una interpretación antojadiza o una verdadera tergiversación impulsada por falta de entendimiento? (O)
José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito