El país exige acuerdos nacionales urgentes y el sacrificio de todos, con la contribución de los diversos sectores del país para afrontar la crisis eléctrica que se vive y que ha sido la más dura de los últimos tiempos.
A la crisis hay que ponerle esperanza, abrir oportunidades y que ojalá de esta ocasión se salga sentando bases para que se pueda contar con una matriz energética equilibrada y diversificada, que haga olvidar los sobresaltos cada vez que llega la sequía y deja de llover en los embalses para la generación de energía hidroeléctrica, de la que mayoritariamente dependemos (alrededor del 70 %).
En la crisis eléctrica no puede rasgarse las vestiduras nadie. Aquí todos tenemos responsabilidad, unos más y otros menos, pero todos al fin, por acción, omisión y falta de colaboración. Hay que partir de la responsabilidad de todos los gobiernos, sin exclusión, de al menos las últimas dos décadas, más las administraciones que estuvieron más tiempo en el poder, como es el caso de los diez años de la revolución ciudadana con corrupción.
No es posible que se haya permitido el deterioro de la infraestructura, gran parte –según técnicos y expertos– de las centrales hidroeléctricas y las redes de transmisión en el sistema nacional interconectado.
No es posible que la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, inaugurada hace ocho años, haya tenido problemas y miles de fisuras y tampoco haya llegado a generar de manera sostenida el ciento por ciento de lo prometido (1.500 MW).
Es lamentable que la inversión privada haya sido insuficiente debido al marco legal obsoleto y sin facilidades ni incentivos, que ha limitado su participación. Por ello la urgencia en la Asamblea de viabilizar las normas y reformas necesarias, sin falsas expectativas como fuera meses atrás la aprobación de la ley “no más apagones”, con cambios a la iniciativa del Ejecutivo, que resultó un cuento.
Aquí hay responsabilidad del Gobierno, en liderar procesos; la Asamblea, en aprobar el marco legal necesario de acuerdo a las necesidades, pero también del sector productivo privado que debe asumir su corresponsabilidad, al igual que promover el uso responsable y eficiente de energía con tecnologías avanzadas.
Cuándo el país emprende e impulsa con decisión y de manera sostenida las energías limpias y complementarias entre las que se mencionan plantas geotérmicas, solar, eólicas, fotovoltaicas.
Hay países de la región que, como el nuestro, han sufrido crisis en la generación de energía eléctrica, pero que han sabido enfrentar y superar con una sólida institucionalidad y entereza de manera oportuna, lo que no les ha liberado de estos problemas.
La universidad ecuatoriana está llamada a despertar y aportar más proactiva y propositivamente, con estudios técnicos y científicos, más allá de los trabajos que sí lo han hecho algunos centros de educación y escuelas politécnicas.
Los gobiernos autónomos descentralizados están obligados a contribuir en la crisis y también incentivar la construcción de edificaciones con energía solar y sostenible. La ciudadanía está llamada a concienciar sobre el ahorro y las prácticas de consumo energético responsable. (O)