Entre la desesperanza y la desesperación en la que vivimos por la violencia extrema que inunda al Ecuador, a pesar de los esfuerzos de la Policía y del Gobierno, es reconfortante para el alma comprobar que existen aún personas nobles y resueltas a colaborar con la niñez y la juventud enseñándoles un deporte, particularmente uno que les sirve también para defenderse ante la violencia cotidiana: el box.
Como lo mencioné muy pasajeramente en otro artículo, hay un ciudadano, Yecson Preciado, que viviendo en clara pobreza, sin sueldo fijo, varias veces sin completar las tres comidas del día, enseña box en su casa a los niños y jóvenes de la isla Trinitaria en Guayaquil. Su casa, convertida en centro deportivo, no era exactamente un lugar de comodidades, pero sí un espacio de nobleza y entrega hacia la niñez y juventud. Un amplio reportaje mostró el trabajo de Preciado. La prefecta del Guayas ha resuelto apoyar la labor del expugilista, y ahora el lugar, según un reportaje, ha mejorado ostensiblemente. Leí que la inversión había sido de tres mil dólares. Con esta cantidad de dinero se ha contribuido con una causa digna de todo reconocimiento. Pero el tema no debería quedar ahí. Me parece que el trabajo de Preciado puede ser considerado un modelo a seguir por quienes hacen labor de apoyo al deporte. Las casas comunales, los centros comunitarios de las diversas ciudadelas y barrios pudieran convertirse en centros para practicar el box y otros deportes, y para ello no se necesita mayor inversión. Incluso para practicar el box no se necesita energía eléctrica ni grandes espacios. ¿Se imagina usted, amigo lector, cuánto bien le puede hacer a nuestra juventud practicar box cerca de su casa, de forma gratuita? De la academia de Yecson Preciado y de las casas comunales pudieran surgir grandes boxeadores. Además, la práctica de este deporte le puede servir a los jóvenes para defender a su familia de la violencia, practicada muchas veces, lamentablemente, desde su propio hogar.
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Las casas comunales pueden ser centros de box, pero ello no perjudica la realización de otras labores si se establecen horarios para las diferentes actividades. Es cuestión de organizarse. A lo estrictamente deportivo puede sumarse el apoyo psicológico. Para ello las universidades pueden colaborar: los estudiantes de psicología pueden hacer prácticas preprofesionales tanto en trinibox como en los centros comunitarios o casas comunales. Los bancos de alimentos como Diaconía, pudieran colaborar con esta noble actividad deportiva. El Municipio de Guayaquil puede apoyar, a más de la extensa labor deportiva que cumple, con becas a los deportistas que tengan excelentes notas en el colegio.
Los niños y jóvenes huérfanos pueden encontrar en la práctica deportiva un refugio para el alma. El delito es difícil que penetre en los centros deportivos serios y constantes. Las organizaciones no gubernamentales e instituciones extranjeras, si ven trabajo serio, especializado, esforzado, constante, pueden colaborar con los centros deportivos comunitarios. Mi reconocimiento a la prefecta Aguiñaga. (O)