El juicio político de la ministra del Interior, Dra. Mónica Palencia, se basó en el aparente incumplimiento de sus funciones. Los interpelantes afirman que no cumplió con su deber de garantizar la seguridad ciudadana y no combatir adecuadamente la narcodelincuencia. Los juicios políticos son usados, entre otros fines, para destacar y prestigiar a los interpelantes. Lo hizo León Febres-Cordero con el famoso caso de las “muñecas de trapo” con el que atormentó al ministro Feraud Blum, quien fue censurado. La figura de León creció sin cesar hasta que llegó a la Presidencia. Feraud era inocente, pero con mucha lealtad pagó faltas ajenas.
La cuestión principal es si la ministra Palencia incumplió con sus deberes. La respuesta es afirmativa. En la actual situación mundial, la lucha contra el narcotráfico no puede ser completamente exitosa porque ese delito crece impulsado por la demanda del mercado. Además, sabemos que sus enormes ganancias otorgan a los narcos poderes inimaginables y dinero para comprar todo lo que necesitan.
Aquí se hace lo que se puede y hay ciertos resultados notorios y exhibidos en el juicio. A veces da la impresión de una gigante figura moral atacada por pigmeos, que no pueden abatir la enorme fuerza ética que emana de Palencia, mujer inteligente y honesta. Ella sabe lo que hace y cuenta con el respaldo del presidente de la República, como no puede ser menos.
En el fondo es asunto de quienes nos representan en el Parlamento. Se nota que obedecen órdenes y que en el fondo no están convencidos de su triste papel. Derrota sin atenuantes porque se impuso la sensatez.
Sobre el tema, veamos lo que ocurre con ciertas listas de candidatos a la Asamblea que no fueron calificados por la autoridad electoral por falta de requisitos. No es un caso de meras formalidades por las cuales no se debe sacrificar la justicia. Parece que son cosas elementales que un cuidado ni siquiera exigente se debe observar, como la definición de culpa lata del Código Civil. Los candidatos a representarnos deben ser culpables de culpa leve o levísima, si se atiende a la siguiente pregunta: si no tuvieron cuidado para inscribirse como candidatos, ¿qué capacidad tienen para redactar leyes sobre asuntos complicados? ¿Cuál su sapiencia, cuáles sus conocimientos sobre aspectos tributarios?, ¿pueden tipificar delitos? Esto solo para mencionar una mínima parte de las inmensas obligaciones del legislador. ¿Serán veraces y honestos cuando discuten la sentencia que los excluyó, escudándose en un generoso principio jurídico aplicable en casos de buena fe? ¿Tendrán la suficiente capacidad y calidad moral para cumplir con sus deberes de interpelar ministros y hasta enjuiciar a los más altos magistrados de la República?
Hay personas que piensan que son demasiados asambleístas, porque mientras más son más difícil es tomar acuerdos válidos y dominar el prurito de lucirse y llamar la atención. Cuando Julio César quiso debilitar al Senado de Roma aumentó el número de senadores de 300 a 900. No vio resultados porque fue asesinado. Tal vez tuvo razón. Pero el problema es de la democracia y tan viejo como la historia. (O)