Durante doce jornadas de audiencia de juzgamiento en el caso Metástasis el fiscal general subrogante, Wilson Toainga, como prueba para acusar presentó conversaciones transcritas hechas a través de aplicaciones de mensajes rápida, audios, videos y fotografías que en su mayoría tenían un denominador común: el narcotraficante Leandro Norero dando órdenes a su personal de confianza, pidiendo explicaciones de cómo va la compra de jueces, fiscales, peritos y policías, organizando el tráfico y la venta de droga para recoger dinero y así pagar al ejército de abogados que buscaban fisuras en el sistema judicial para sacar ventajas.