Esa es la pelea, que no califica para ser llamada lucha, que se ha entablado entre el presidente Daniel Noboa Azín y la vicepresidenta Verónica Abad, y sobre la cual los ecuatorianos no conocemos el motivo y la razón, y sobre la cual ya están algunos tomando partido. El Ecuador se ha visto desgarrado en múltiples ocasiones por razones ideológicas; así ocurrió en la lucha entre el militarismo extranjero y la reacción nacional; luego, entre conservadores y liberales, entre católicos y laicos. Pero, también, por luchas internas de una misma facción.
Se sabe quién ganará las elecciones
Entre las internas, que nos pueden dar alguna luz sobre lo que vivimos, está la fratricida del velasquismo, entre el presidente Velasco Ibarra y el vicepresidente Arosemena Monroy; sin motivo comprensible en su inicio, pero que luego provocó una disputa con características ideológicas internacionales. Empezó por algo aparentemente simple: el vicepresidente Carlos Julio Arosemena Monroy había recibido una invitación de la Unión Soviética para visitar Moscú, la que aceptó, e informó luego al presidente José María Velas Ibarra, quien le deseó éxito en su viaje. Pero las cosas no eran sencillas, porque se libraba, entonces, la Guerra Fría entre Occidente y Oriente, entre Washington y Moscú. Washington se lanzó a impedir el viaje del vicepresidente ecuatoriano, y movió a sus partidarios ecuatorianos para que protestaran por el viaje de Arosemena; blandieron la amenaza de que no habría créditos estadounidenses para el Gobierno ecuatoriano. El propio vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, acababa de visitar Moscú, pero se oponía, su gobierno, por medio de sus partidarios ecuatorianos, al viaje del vicepresidente ecuatoriano. Esto se tradujo en una lucha política interna que provocó un enfrentamiento entre Velasco y Arosemena, que terminó con la caída del presidente Velasco y que asumiera el poder Arosemena. Años más tarde, se reconciliaron.
¿Qué tal el primer año de gobierno?
Actualmente, se está violando la Constitución de la República, que señala que el presidente y la vicepresidenta solamente pueden ser juzgados por la Asamblea Nacional. La suspensión ministerial es, además, ilegal: el artículo 123 de la Ley Orgánica del Servicio Exterior concede un mes a los diplomáticos, a todos, para trasladarse de un destino a otro; ese es un derecho del funcionario que no puede ser reducido por la canciller, Gabriela Sommerfeld, como lo ha hecho, para luego alegar que la vicepresidenta Verónica Abad no se ha trasladado a tiempo, y dar lugar al juzgamiento y sanción por la ministra del Trabajo, Ivonne Núñez, de la misma forma, sin fundamento legal; cuando en la acción de protección planteada por la vicepresidenta, la jueza le pregunta al abogado del Ministerio del Trabajo en qué ley se basaron para suspenderla, el pobre abogado, que debe saber leyes, pero no inventarlas, pidió tiempo para averiguar, y, 20 minutos después, regresó a la sala y pronunció una genial inventiva diciendo que ¡se han basado en las reglas de la sana crítica! Entonces, no hace falta una ley previa para que le quiten a una persona su trabajo, su sueldo. ¡Así, le pueden a uno meter preso, basados no en la ley, sino en la “sana crítica”! (O)