La frustración ante las actitudes estudiantiles se ha convertido en un tema recurrente en el ámbito educativo. Cada vez más, docentes y padres se sienten agotados por comportamientos que obstaculizan el aprendizaje y generan un ambiente negativo en las aulas.
El valor de hacerlo bien
Las actitudes de desmotivación, rechazo y falta de interés son comunes entre los estudiantes. Estos comportamientos no solo afectan su rendimiento académico, sino que también crean un clima de tensión y conflicto en el aula. La competitividad excesiva y la presión por obtener buenos resultados contribuyen a esta problemática, generando ansiedad y frustración en los alumnos.
Un factor clave es la falta de habilidades emocionales y sociales. Muchos estudiantes carecen de herramientas para gestionar sus emociones, lo que lleva a actitudes negativas. La educación emocional ayuda a los jóvenes a desarrollar una autoestima saludable y habilidades para la resolución de conflictos.
Por amor
Además, el entorno escolar a veces no refleja la realidad social de los estudiantes. Un modelo educativo rígido y descontextualizado puede provocar desinterés y rechazo hacia las normas escolares.
La comunicación entre docentes y estudiantes también juega un papel crucial. Cuando los profesores anticipan el fracaso o presentan contenidos difíciles sin el apoyo adecuado, alimentan la desmotivación en sus alumnos. Un enfoque más positivo y comprensivo podría cambiar radicalmente esta dinámica.
Escucha a tu conciencia y a tu razón
Es fundamental que los educadores y padres trabajen juntos para fomentar un ambiente positivo; esto implica reconocer las emociones de los estudiantes y brindarles el apoyo necesario para superar sus desafíos. La empatía y la comprensión pueden ser herramientas poderosas para transformar actitudes negativas en motivación. (O)
Roberto Camana-Fiallos, escritor y docente investigador, Ambato