Hace poco vimos llegar el primer libro del conejo Santi, en el que este simpático personaje rosado aprendía buenos modales gracias a sus vecinos y amigos. Este año vuelve para la temporada navideña con un nuevo volumen, El conejo Santi en la mesa de Navidad.
Este se presentó el 30 de noviembre en la librería La Madriguera, con una lectura grupal hecha por Gary Pulla, Nadia Díaz (autora) y Paulette Sánchez.
“Santi es un homenaje a todos los niños del mundo”, dice Nadia Díaz, educadora y experta en etiqueta y modales dirigidos a niños y adolescentes. Ella ha creado estos libros, adaptados para chicos en edad preescolar, de 3 a 6 años, pensando en que sean una guía en el hogar y en la escuela.
En esta ocasión, Santi se encuentra en interacción con otros pequeños como él, pero también con adultos, porque la cena de Navidad congrega a toda la familia. Así que padres y niños se beneficiarán de la lectura, que abarca el tema de los alimentos, el uso de los cubiertos, la solidaridad, el compañerismo y el amor familiar.
“En esta época vemos la fortuna de poder compartir con la familia, pero también niños y adultos que no tienen con quién estar, y ahí es donde el conejo Santi sale a salvar la Navidad”. Díaz piensa que para los niños es importante aprender sobre la hospitalidad y la solidaridad, dos conceptos que se introducen en la historia y que pueden ser difíciles de aprender para los niños, que suelen tener altas expectativas, y a los que acostumbramos a ser el centro de atención en las fiestas, en especial en Navidad.
Incluir al prójimo en la mesa navideña
“El conejo Santi y su familia están preparando la noche de Navidad para disfrutar juntos, pero él se encuentra con algunos animalitos que no tienen con quién pasar ni tampoco un plato de comida; Santi y su familia deciden invitarlos a su celebración y mostrar la importancia de dejar un puesto más en la mesa y extender una mano amiga a las personas mayores que a menudo no son tomadas en cuenta o incluir a los más introvertidos en la conversación, integrar a todos en la mesa”.
El conejito trata de crear armonía entre los asistentes para que esta sea una verdadera celebración. Como buen anfitrión, se asegura de preparar un detalle para todos. “Conocemos personas que no reciben ningún regalo por Navidad, pero nosotros, con una muestra de cariño y afecto, podemos alegrar la vida de alguien. De eso se trata la magia de este libro, no solo de enseñar etiqueta a los niños (que están definitivamente escritos y detallados en la historia), sino de presentarles el significado de la Navidad, pues ellos están inmersos en muchas celebraciones familiares en estas fechas”. Díaz propone ir un poco más allá, pensar en el que no tiene la fortuna de estar rodeado de seres queridos y de recibir invitaciones por puro afecto.
Lecturas formativas de acuerdo a la edad
Los libros fueron un referente desde la infancia para Díaz. “Yo estoy inmersa en una familia de educadores, mi abuelita, mi mamá y mis hermanas. Mi mamá, sobre todo, me estimulaba muchísimo en la lectura y el lenguaje, para los que yo tenía afinidad”.
El primer libro que leyó sola fue Mujercitas, a los 6 años, una historia juvenil que involucra muchos momentos en que las cuatro hermanas March se ven desafiadas por las costumbres y la etiqueta de su época, a veces saliendo airosas con la ayuda de su mamá y a veces fallando y aprendiendo de sus errores.
¿No es algo muy extenso a esa edad? “Sí, denso y complicado, pero luego volví a leerlo a los 8 y luego a los 10 y a los 12, e iba entendiendo cada vez más, y me impactaba de manera diferente en las etapas de mi vida”.
El principito fue uno de los títulos que la motivaron en otro aspecto, el tema de los valores, sobre todo cómo y por qué asumir la defensa de los demás. A este se unieron otras historias románticas y poemas. “Le agradezco a mi madre, que siempre estuvo estimulándome a la lectura, y no solo eso, porque la formación termina cuando puedes expresarles a los demás lo que descubriste.
Nunca es tarde para aprender modales
Díaz tiene alumnos niños y jóvenes, ¿hay una edad ideal para aprender modales? ¿Son los adolescentes más difíciles de enseñar? “No, en realidad trabajar con ambos grupos es muy sencillo, solamente debes tener la empatía suficiente para comprender al ser humano que tienes en ese momento”.
Su escuela no cree en las clases masivas, y tiene un aforo de 10 a 15 alumnos por aula, “pues uno como formador debe tomarse el tiempo de conocer a cada persona, cuál es su área, cuáles son sus necesidades, de dónde vienen, qué piensan, cuál es su círculo, de quiénes están rodeados”, describe. “Y así usar las palabras correctas para llegar no solo a su mente, sino también a su corazón”.
Asegura que nunca se ha encontrado con un chico que no haya querido aprender. “Sí, a veces hay ciertas resistencias en los adolescentes, pero con una buena conversación y con buenas prácticas educativas, podemos llegar con nuestro mensaje”.
Los modales como expresión de bondad
Vivimos en una sociedad crecientemente violenta. ¿Pueden ser los buenos modales una manera de paliar esa tendencia? Díaz piensa que aunque se proteja mucho a los niños de lo que ocurre fuera de la casa o fuera del aula, la violencia ha trascendido a lo digital y es muy fácil que ellos se encuentren con una situación agraviante. “Tenemos que estar muy pendientes de nuestros hijos, de lo que están viendo en redes, de los contenidos que consumen, a quiénes están siguiendo; y segundo, las situaciones violentas que se promueven como bromas están afectando la mente de nuestros hijos también”.
Su personaje, Santi lleva una narrativa de respeto y amabilidad, sostiene. “Nosotros aprendemos a ser buenos seres humanos, buenos ciudadanos, desde que somos pequeñitos, es algo que jamás se va a borrar de nuestra esencia, y es una labor que estamos haciendo con los cuentos, queremos ser parte de la formación y el crecimiento de los niños de este país”. (F)