El Madrid no toma prisioneros | Columnistas | Deportes

Siempre que el Balón de Oro no es entregado a un futbolista del Real Madrid es “un escándalo”, “una vergüenza”, “un robo”, algo realmente intolerable que desata la ira de los dioses blancos. El madridismo se enfada (siempre está enfadado). No obstante, nunca Troya había ardido tanto como en la última edición, ganada -y bien ganada- por Rodri, sin luz de ventaja sobre Vinicius. La cólera del Madrid fue de una dimensión que, por unos días, eclipsó mediáticamente la guerra de Ucrania, la devastación de Palestina y las elecciones de Estados Unidos. Finalmente, después del terremoto que armó el Real Madrid por la no entrega del Balón al brasileño, llegó la paz. Gianni Infantino, esa calva celestina que todo lo compone regalando una sonrisa, una sede mundialista, un galardón, hizo entrega del premio The Best 2024 de la FIFA al extremo merengue. Y aplacó la ira madridista.

No está mal. Cualquiera que lo obtuviera, fuera Vinicius, Rodri o Carvajal estaba perfecto, tenían méritos parejos. Simplemente era cuestión de aceptarlo. Es un tema de tolerancia, democracia y deportivismo. Este cronista hubiese votado al fenomenal centrocampista español, campeón de la Eurocopa y de la Premier League, pero si se lo llevaban Carvajal o Vinicius, pues, aplaudir. A Vinicius le ha ido hasta ahora muy mal con Brasil y muy bien con el Madrid, es un jugador desequilibrante, explosivo. El madridismo lo ama, el resto del planeta fútbol, en general, no lo digiere por su carácter altanero, sus broncas permanentes con rivales, árbitros, público. De hecho, en el premio de la FIFA, Rodri volvió a imponerse a Vinicius entre los técnicos y los periodistas. Los entrenadores lo ungieron primero por 461 puntos a 438. Y los colegas, 541 a 538. Vinicius se impuso entre los capitanes de selecciones y en el voto popular por Internet.

“Llegó la hora, llegó mi hora de decir… sí, soy el mejor jugador del mundo”, dijo Vini, sin arrugar la frente. La humildad es un problema de los otros. Como sea, ahora que tiene su premio puede que su año 2025 sea menos turbulento que este que fenece. Rodri, reservado como es, no hizo ningún escándalo. El Manchester City tampoco.

Y luego del The Best, entregado por Infantino en Catar el martes, se disputó la final de la Copa Intercontinental el miércoles. En Lusail, el mismo estadio que albergó la final del mundo. La vieja Copa Intercontinental que un día la FIFA transformó en Mundial de Clubes. Ahora creó un nuevo Mundial de Clubes y al viejo lo renombró como Intercontinental. Pero no lo desapareció. Qatar paga bien estos eventos, ¿por qué desecharlo…?, pensó seguramente Gianni. Aparte, sigue el idilio con el emir, que cobija todo torneo que ande suelto por ahí.

Con un aditamento político interesante: La FIFA está enfrentada con la UEFA, la UEFA es coorganizadora del Balón de Oro con France Football y, a su vez, se lanza misiles con el Real Madrid, impulsor de la Superliga Europea. El Real Madrid, por su parte, echa espuma contra la entidad europea por no darle el Balón a Vinicius. Resultado: viene Infantino con su corcel y le entrega el The Best al brasileño en una ceremonia con Florentino Pérez presente y todos a los besos y abrazos. Ergo: Infantino y Florentino, un solo corazón. La UEFA la tuvo que ir a buscar al fondo del arco esta vez.

En una reglamentación con tintes discutibles, el campeón europeo disputa un solo encuentro -la final- en tanto los otros deben jugar un preliminar. Esto fulminó a Botafogo, que debió afrontar prácticamente cinco finales en 16 días. Y con cuatro viajes en el medio. Inhumano. Para poder ser campeón del Brasileirão le tocó medir a sus dos perseguidores: Palmeiras en San Pablo e Inter en Porto Alegre. A Atlético Mineiro en Buenos Aires por la final de la Libertadores y, en la última jornada, ante el São Paulo el día 8. Derrotó a los cuatro. A Mineiro jugando el partido entero con diez hombres. E inmediatamente después de dar la vuelta olímpica, desde el vestuario salió para el aeropuerto rumbo a Catar. Llegó exhausto al choque semifinal frente al Pachuca el 11 y, como era previsible, fue eliminado. Naturalmente, al representante europeo, sea el Madrid o el que fuere, se lo cuida porque, si decide no asistir, no hay Copa Intercontinental. Se corta.

Fue una bonita final la del Madrid versus Pachuca. Con un amplio triunfo del cuadro blanco por 3 a 0, merced a su incuestionable jerarquía. No existe en este deporte una prueba mayor de jerarquía que la definición frente a los arcos: el de categoría posee contundencia, llega y golpea, el otro llega también, pero salva el arquero, la bola se va afuera o pega en el palo. Esta fue, sobre todo, la diferencia entre el Madrid y el club mexicano, que pese a todo dejó una imagen ponderable, de equipo con buen funcionamiento y manejo de balón. Pero, como dijo el uruguayo Guillermo Almada, DT de los mexicanos, “sabíamos que pasada la media cancha son muy difíciles de contener. En cualquier distracción o aparición te definen el partido. Los tres goles fueron muy parecidos. Teníamos el control del partido en muchos sectores, pero sus apariciones resultaron determinantes”.

No miente, Pachuca mostró orden, ideas y empeño, pero fracasó en el tiro final. Insólitamente, ejecutaban todos sus remates con el hombre encima, siempre pegaba en las piernas de alguien del Madrid. “Esto nos sirve como experiencia para el Mundial de Clubes”, sostuvo Almada. Cierto, pues ambos equipos volverán a enfrentarse en el grupo H, en Estados Unidos.

La lata la abrió Vinicius con una bicicleta deliciosa, engañó a su marca y metió un centro servido al medio del área chica, de esos de “tomá y hacelo”, Mbappé sólo tuvo que empujarla. Luego vino un gol fenomenal de Rodrygo, un jugador frío como un cuchillo, pero letal, con una velocidad y una técnica supremas, muy brasileño, terrible definiendo. Reapareció tras un buen tiempo azotado por lesiones y seguro aumentará notablemente el poderío ofensivo. Cerró la cuenta el propio Vinicius con un penal. A colación: Vini recibió también el premio al mejor del torneo por este partido. Merecido.

Un Madrid muy sólido que hilvana el segundo título de los 7 que busca esta temporada. Ya ganó la Supercopa Europea y esta Intercontinental. Le quedan la liga (va segundo a un punto del Barcelona, aunque con un partido menos), la Champions, la Copa del Rey, la Supercopa de España y el Mundial de Clubes. Si el cansancio, los viajes y las lesiones no lo mellan, será candidato en todos. El Madrid tiene un instinto único en el mundo: si pierde es porque jugó mal, pero si se le presenta la mínima ocasión, no toma prisioneros, mata. (O)

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