1985 Ecuador – Checoslovaquia | Columnistas | Deportes

En el caluroso verano de 1985, Guayaquil fue el epicentro de un evento que marcó historia en el tenis ecuatoriano: la llegada del legendario Ivan Lendl, número uno del mundo, acompañado por su compatriota Miloslav Mecir, para enfrentar al sólido equipo local liderado por Andrés Gómez, nuestro Zurdo de Oro, junto al Flaco Raúl Viver y Ricardo Rabito Ycaza.

El escenario no podía ser más emblemático: el recordado estadio Francisco Segura Cano del Tenis Club, sede de los cuartos de final del Grupo Mundial de la Copa Davis, programados entre el 2 y el 4 de agosto. El sorteo inicial deparó un duelo de alta tensión para abrir la serie: Gómez frente a Lendl, un choque de titanes que hizo vibrar al país entero.

La expectativa era desbordante. Desde la primera jornada, el estadio se llenó de una multitud ansiosa por presenciar este enfrentamiento histórico. A mis 17 años, tuve el honor de formar parte de esta experiencia única como narrador en vivo para Radio Atalaya, compartiendo micrófonos con grandes comentaristas como Eduardo Chivo Zuleta, Jorge Delgado Guzmán (padre de la leyenda de la natación ecuatoriana) y el recordado José Bermúdez Tello.

Ver a Lendl y Gómez en la cancha fue un espectáculo inolvidable. Ambos, enfundados en la clásica indumentaria de Adidas, con muñequeras blancas y un conocimiento mutuo forjado en innumerables duelos del ATP Tour, se plantaron como verdaderos gladiadores. Era un duelo de estilos, de talentos y de estrategias, transmitiendo cada punto con el fervor que merecía el momento.

Sin embargo, el drama no tardó en llegar. En el octavo juego del primer set, un drop shot ejecutado con precisión quirúrgica por el diestro checo obligó a un esfuerzo extremo de Gómez. El resultado fue devastador: una lesión que lo obligó a retirarse no solo del partido, sino de toda la serie, apartándolo de las canchas por varios meses.

Aquel episodio dejó una huella imborrable en el tenis ecuatoriano. Fue una muestra del nivel competitivo al que nuestra generación pudo llegar, pero también un recordatorio de lo frágil que puede ser la gloria en el deporte. Aunque el resultado no fue el esperado, el recuerdo de esa serie sigue vivo, no solo en las estadísticas, sino en el corazón de quienes tuvimos el privilegio de vivirla de cerca.

El marcador final fue lapidario: 5-3 y retiro. La desazón inundó las gradas del Pancho Segura, y con ella, se desvanecieron las esperanzas de triunfo para el equipo ecuatoriano en aquella jornada de Copa Davis. Un momento fatal que dejó claro que el camino a la victoria se tornaba inalcanzable.

Más tarde, Raúl Viver enfrentó al formidable Gato Mecir. A pesar del esfuerzo y del incesante apoyo de la hinchada local, el tenista checoslovaco se impuso con autoridad: 6-0, 6-1, 6-3. No hubo margen para la sorpresa.

El viernes 2 de agosto de 1985 concluyó con un panorama sombrío: Checoslovaquia lideraba 2-0, y Andrés Gómez, la principal raqueta ecuatoriana, sufría una lesión preocupante. La incertidumbre se apoderaba de la afición.

El sábado, en el partido de dobles, el capitán ecuatoriano, Pepín Ante, tomó una decisión valiente: alinear al joven Martín Aguirre junto al experimentado Ricardo Icaza. El Club del Salado, repleto de público que había adquirido abonos para los tres días, fue testigo de un duelo emocionante. A pesar del esfuerzo ecuatoriano, la sólida pareja formada por Ivan Lendl y Tomas Smid se impuso 7-5, 6-4, 6-4. Su entendimiento en la cancha, fruto de años de experiencia juntos, fue determinante.

Con ese tercer punto, Checoslovaquia aseguró la serie. El domingo, los partidos de trámite sellaron la derrota ecuatoriana. Sin embargo, aquella jornada marcó el fin de una era: fue el último partido de Rabito Icaza como jugador de Copa Davis. A partir del año siguiente, asumió el rol de capitán, iniciando un nuevo capítulo para el tenis nacional.

Para mí, un joven estudiante de secundaria y aprendiz de periodismo, cubrir en vivo aquella serie fue un privilegio. Aunque el resultado no favoreció a Ecuador, tener la oportunidad de presenciar los partidos, asistir a las ruedas de prensa de figuras como Ivan Lendl (quien lideró el ranking ATP por 270 semanas) y Miroslav Mecir (oro en Seúl 1988) fue una experiencia inolvidable y formativa.

La historia continuó para todos los protagonistas. Poco después, Checoslovaquia dejó de existir como país unificado, dividiéndose en la República Checa y Eslovaquia. Por su parte, Andrés Gómez escribió páginas doradas para el tenis ecuatoriano: ganó el US Open en dobles en 1986, Roland Garros en dobles en 1987, y finalmente, su mayor gloria llegó en 1990 al conquistar el Abierto de Francia en individuales.

La derrota de aquel agosto no fue el fin, sino el comienzo de una etapa que cimentó el legado del tenis ecuatoriano y dejó lecciones imborrables para quienes la vivimos de cerca. (O)

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