Alberto Dahik Garzozi: Aprendí otra cosa | Columnistas | Opinión

Dentro de las muchas cosas que debo agradecer a Dios y a la vida es la extraordinaria educación superior que pude obtener en el Canadá como estudiante de grado y en los EE. UU. como estudiante de posgrado.

Me formé con el más riguroso nivel académico, y abracé la ciencia económica con un compromiso de hacerla útil para la sociedad.

En esa ciencia económica toda la teoría y evidencia que aprendí sobre el comercio exterior demostraban las bondades del libre comercio, y los grandes costos para la sociedad cuando se producen esquemas proteccionistas que terminan aupando a empresas y sectores que no lo merecen y que terminan siendo un costo que lo paga toda la sociedad.

La política de los EE. UU. respecto del sector camaronero que se está siguiendo el día de hoy, es precisamente todo lo contrario de lo que ellos me enseñaron.

Los EE. UU. tienen una industria camaronera que es de pesca en alta mar, no de cultivo. Esa industria no puede definitivamente competir con los costos y la eficiencia que tiene la actividad de cultivo, de la cual el Ecuador es un líder mundial.

Inicialmente se trató de bloquear la entrada del camarón ecuatoriano imponiendo un arancel alto, aduciendo que nuestro país hacía dumping, es decir, que vendía por debajo del costo. Cuando se demostró con total claridad que eso no sucede, entonces se planteó que el Ecuador “subsidia” al sector camaronero.

Este sector, por la inseguridad, que en mucho tiene que ver con las bandas internacionales del narcotráfico, que a su vez tienen que ver con la demanda de drogas de los EE. UU., tiene que pagar millonarias sumas de dinero por seguridad privada, y para además evitar que le metan droga a los contenedores. Se estima que este costo puede ser entre 50 a 80 millones de dólares al año. Ese es un “antisubsidio”, pues el Estado no es capaz de garantizar la seguridad, y las empresas tienen que hacer un esfuerzo adicional con sus propios recursos.

Por un lado, los EE. UU. nos exigen que pongamos todo de nuestra parte como país, para luchar contra el narcotráfico. Quienes ingresan a esa actividad, en su gran mayoría, son personas que no tienen oportunidades de trabajo en otros sectores. Entonces viene una actividad, de gran dinamismo, que ha logrado con esfuerzo privado y solo privado ser líder mundial, generando empleo y opciones para que entonces la gente busque un buen trabajo y no se dedique al tráfico de drogas, y el país que quiere que no haya narcotráfico nos pone barreras para que nuestro producto no ingrese. Eso no es definitivamente lo que aprendí, cuando estudié a fondo la ciencia económica en ese gran país, y cuando me explicaron hasta la saciedad como los grupos de presión y los empresarios ineficientes a través de la historia promueven el proteccionismo para defender sus intereses personales y empresariales y no el interés de toda una sociedad.

Ojalá que el embajador de los EE. UU. en el Ecuador, Arthur W. Brown, comprometido totalmente con la lucha anticorrupción en el Ecuador, y con la lucha contra el narcotráfico, haga entender a su país el grave error que comete. (O)

Fuente

Comparte esta noticia