Al ranking mundial de la FIFA y al VAR les pasó lo mismo: por años trataron de desacreditarlos; ahora se ve que son confiables. El ranking es simple: el que gana, sube, y el que pierde, baja. No hay ponderación; es por resultados. Y el VAR ha ido eliminando detractores porque cada vez funciona mejor. ¡Y la falta que hacía…! Tanto que, en cada jugada dudosa, todos queremos ir al VAR porque, como el ranking, no miente.
En estos días, Conmebol dio a conocer el escalafón de clubes de Sudamérica, en el que figuran 302 instituciones. Está confeccionado en virtud de los logros históricos de cada equipo en las copas Libertadores y Sudamericana y su presente en los torneos nacionales e internacionales.
Dado que a la Copa Libertadores clasifican 47 participantes, hemos tomado los primeros 47 lugares y en ellos constan 14 brasileños, 12 argentinos, 5 colombianos, 4 ecuatorianos, 4 paraguayos y 2 peruanos, chilenos, bolivianos y uruguayos. De modo que brasileños y argentinos representan el 55 % de esos 47 puestos. Los primeros del ranking son 1) River, 2) Palmeiras, 3) Boca, 4) Flamengo, 5) Peñarol, 6) Nacional de Montevideo. A estos dos últimos los ayuda el hecho de ser los dominadores totales en su país. Son los que ganan siempre los torneos locales.
El ranking es un reflejo del mérito de cada uno y, sobre todo, de la calidad participativa de cada país. Todo el mundo se queja de que la Copa se ha convertido en un torneo casi exclusivo para brasileños y argentinos, con los primeros dominando a los últimos seis años, aunque en el cómputo total los argentinos aún siguen con ventaja: 25 títulos a 24. ¿Qué hacer para romper ese monopolio de los dos grandes del Atlántico y darle más atractivo a la Copa…?
Ricardo Montoya, excelente periodista peruano, opina que se debe hacer algo: “Hay un problema real en la Copa, una monopolización de los equipos argentinos y brasileños a partir de una mayor jerarquía. Con lo de ahora estamos condenados a que en los próximos treinta años ganen solo ellos. Pienso que habría que volver todo para atrás y empezar a asignar coeficientes que determinen cupos por rendimiento, aunque igual ganarían brasileños y argentinos”.
Cumplidas ya 65 ediciones, entre argentinos y brasileños han ganado 49 títulos y 32 subtítulos. Una supremacía insultante. También desalentadora. Y nada indica que vaya a cambiar en un futuro cercano. Cada tanto se entromete un Nacional de Medellín, pero muy esporádicamente, y cada vez más espaciado. En otro tiempo había un Olimpia. Los uruguayos, antes fuertes animadores, cumplieron 36 años sin una vuelta olímpica. Pese a tener un pasado brillante en la competición, los uruguayos son prácticamente los únicos que no reclaman más lugares en la grilla; ya tienen cuatro y saben que, aparte de Nacional y Peñarol, no hay otro con posibilidades reales de hacer una campaña mínimamente relevante.
Así como está es un mano a mano entre los dos grandes y los demás no dan pelea; apenas participan y cobran los premios. Y el que fuera un torneo de interés irresistible entró en zona de bostezo para el 80 % del continente. ¿Por culpa de la Conmebol o de los que no evolucionan…?
“Ganan porque les dan demasiados cupos”, claman desde varios países. Pero ocurre que en los primeros cuarenta años de Copa se repartían dos plazas por país e igual se llevaban el trofeo argentinos y brasileños con casi la misma frecuencia que ahora. Lo real es que los ocho países restantes ya tienen cuatro lugares cada uno y no compiten bien. ¿Solucionaría algo que entren también el quinto y el sexto de Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay o Venezuela…? ¿Le daría más emoción al torneo…? ¿No sería mejor que intentaran elevar el nivel de su juego…?
La Copa reúne a 47 clubes, bastante. No parece que la solución sea elevar el número. ¿Qué hacer entonces…? Realizamos una encuesta en Twitter sobre el tema; participaron 977 aficionados: ganó la opción de dar los mismos cupos a los diez países, con el 35,5 %. Segunda fue “Que mejoren los demás”, con 30%; tercera, “Sacar algunos cupos a Argentina y Brasil” (18,9 %), y cuarta, “Está bien como está” (15 %). La Liga de Campeones de Europa es un buen espejo donde mirarse. Ellos tienen más problemas que Sudamérica porque son 55 países; no obstante, el criterio de distribución fue por poderío, tradición, títulos, número de clubes y de jugadores. Cuando se hizo el reparto no le dieron un cupo a Inglaterra y uno a Luxemburgo. No, Inglaterra tiene cuatro y Luxemburgo ninguno; debe jugar un repechaje previo. Y está bien.
En 1999, Brasil y Argentina golpearon la mesa en la Conmebol reclamando mayor participación: “Ganamos los títulos, llenamos los estadios, aportamos las estrellas, atraemos a la televisión y a los patrocinadores: no podemos tener dos equipos igual que los demás”. Argumentos irrefutables. Así, a partir del 2000 aumentaron su cuota, hasta tener actualmente 7 lugares Brasil, 6 Argentina y 4 los ocho restantes. Y como los campeones de la Libertadores y de la Sudamericana suelen ser también brasileños o argentinos, sus equipos terminan siendo 8 y 7 muchas veces. Hay un tópico adicional: la cantidad de grandes clubes de estos dos países. Brasil tiene doce campeones diferentes; Argentina, ocho. De los demás, solo Uruguay y Colombia presentan dos: Peñarol y Nacional, Atlético Nacional y Caldas.
Si tomáramos ese 55 % de mérito que refleja el ranking de Conmebol, en lugar de 13 clubes brasileños (7) y argentinos (6) deberían ser 26, el doble de lo actual.
Lo que no despierta expectativa en los otros países sí fortalece la salud del negocio. La televisión nunca pagó tanto como ahora por los derechos; por eso, todos cobran suculentas recompensas por intervenir, aunque sean rápidamente eliminados. Y los patrocinadores se pelean por entrar. Hoy hay diez marcas de altísimo prestigio mundial que asocian su nombre al torneo: Amstel, Bwin, Coca Cola, EA Sports, Cripto.com, Mastercard, Mercado Libre, Hyundai, TCL, Rexona y Mapfre, DHL, Powerade, Puma, Absolut Sport.
Sí sería interesante introducir en la Libertadores el sistema de coeficientes por rendimiento, como en la Champions. Hace tiempo lo venimos proponiendo. Quien mejor lo hace suma porcentajes y obtiene un lugar más. Los que salen últimos perderán presencia. Puro mérito deportivo. También jerarquizaría al certamen la presencia de al menos cuatro clubes mexicanos. Los mexicanos son menos de lo que creen que son; sin embargo, serían un aporte de calidad. Ellos garantizan potencial, público, estadios imponentes, masiva audiencia televisiva, figuras importantes, alta repercusión… Pero, de parte de la organización, no es mucho más lo que pueda hacerse para diversificar a los triunfadores. Ya hizo bastante con aumentar el régimen económico. Botafogo, flamante campeón, recibió 31′340.000 dólares por su participación total. Está en cada uno intentar optimizar sus posibilidades, consiguiendo más recursos, reteniendo a sus mejores valores, respaldando proyectos de largo alcance. Si se está esperando que surja una figurita para poder venderla y hacer caja, el éxito es esquivo. Si van a clasificar simplemente para cobrar el premio, no sirve. No alcanza con reducir los cupos de quienes —justamente— posibilitan los contratos que sostienen el torneo. (D)