Luego de un largo feriado, esta semana parece sentirse el verdadero inicio del 2025. En este discreto letargo se incluye, por supuesto, la música nacional independiente.

El titular de esta columna no es solo una oración que busque encajar con la retórica de las fechas, sino que trata de ponerse en firme exigencia con el panorama ecuatoriano. Este es un momento crucial para el arte. Dentro de lo social y político hay mucho que decir: elecciones presidenciales cercanas, inseguridad, diversos factores en los que los artistas pueden tomar la posta. Que esto no se malentienda, puesto que también está el otro lado de la moneda, aquellos que pueden ayudar al público a escapar de una difícil realidad, los que pueden dar un respiro de calma. Todo es necesario. Lo importante es contribuir con música a la sociedad en estos tiempos.

De la misma forma, los seguidores deben aprender a valorar el trabajo de los artistas, así como también se debe reconocer la labor de quienes difunden estos proyectos y trabajos. No es nada más que una cadena de hechos o un efecto dominó del que todos formamos parte.

Si bien suele decirse que cada nuevo año empieza de manera prometedora, este 2025 para la música nacional independiente sí tiene esa premisa de forma clara y concisa. Artistas considerados por importantes medios internacionales, conciertos fuera del país, nuevos lanzamientos y más… El panorama empieza a funcionar como tal. Hay mucho para elegir y más aún por conocer.

No hay que apoyar la música nacional. Eso es un eslogan obsoleto, estandarizado por aquellos que no saben qué más aportar. No debe imponerse el consumo de un producto solo por ser local, sino más bien impulsar y promoverlo porque este es innovador e impactante. Hay que difundir propuestas de calidad. (O)