‘Son todo para nosotros, tenemos el corazón destruido’: familia Arroyo se refugia en la oración para sobrellevar el duelo y la ansia de justicia para los menores de Las Malvinas | Seguridad | Noticias

Luis Arroyo, su esposa, Kathy Bustos, y su hija de 9 años se fundieron en un abrazo y lloraron al colocar velas al pie de las imágenes de sus hijos Josué (14) e Ismael (15) en un altar armado en la avenida 25 de Julio, al cumplirse el mes de la desaparición de los menores junto con otros dos compañeros.

La noche del 8 de diciembre pasado, los menores fueron llevados por una patrulla militar a Taura y, según la versión del Gobierno, quedaron abandonados allí.

Luego se les perdió el rastro hasta que sus cuerpos fueron hallados sin vida.

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Este mes los padres de los menores han tenido un cambio total en sus vidas, desde la difusión del caso hasta el dolor del luto que cargan a cuestas.

En estas semanas han vivido días de tormento, de constante llanto, incluso la madre de los dos menores ha tenido un quebranto en la salud y su hija ha tenido episodios de taquicardia.

Arroyo y su esposa, ambos evangélicos, tratan de refugiarse en la palabra de Dios para buscar fortaleza, asisten a diario a un centro cristiano y oran en su hogar.

“No estoy trabajando por eso, tengo que resolver el tema de mis hijos, me están comprendiendo (en el trabajo), es un poco complicado”, explicó el hombre.

Marcha al cumplirse un mes de la desaparición de los cuatro niños de Las Malvinas. Familia Arroyo participó en un altar instalado en la zona de la avenida 25 de Julio. Foto: Francisco Verni Peralta

Él, quien labora desde hace doce años en su trabajo, ha tenido que pedir permiso de vacaciones acumuladas durante este mes para dedicarse a las diligencias de búsqueda y los trámites investigativos, además de acompañar a su familia.

“No tengo una fuente de ingresos, estamos pasando por momentos difíciles, estamos sufriendo el día a día”, dijo Arroyo.

Él aún no entiende por qué la saña para acabar de esta manera con los menores, que fueron hallados incinerados.

Además, insiste en que sus hijos no han pertenecido a ninguna banda, que son deportistas, asistían periódicamente a educarse en su colegio y les inculcaban valores. Su esposa se aferra a pensar que sus hijos no están muertos.

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Él cuenta que le causa dolor ver que no tiene a quién llevar al colegio ni a los entrenamientos de fútbol en la academia a la que pertenecían los chicos.

“Mis hijos son todo para nosotros, tenemos el corazón destruido, estamos en angustia”, mencionó Arroyo.

“¿Por qué llegaron a esos extremos de quemarlos? No entendemos, queremos una respuesta inmediata por parte de la Presidencia, que ya no nos tachen a nuestros hijos, que limpien la honra de nuestros hijos. Son niños con valores que como todo niño salieron a jugar, a hacer deporte”, dijo.

El Comité Permanente de Defensa de Derechos Humanos les brinda acompañamiento para sobrellevar su duelo y asistencia legal por las indagaciones respecto al caso. Además, el cabildo ha ofrecido ayuda a las familias.

Arroyo revela que se sienten atemorizados y tienen ansias de justicia por la desaparición y el asesinato. “Si llegaron a asesinar a nuestros hijos, qué nos podrían hacer a nosotros… Dios nos tiene fuertes”, remarcó el padre de los dos chicos. (I)

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