Ana Minga: Necesario proyecto ANA | Columnistas | Opinión

¿Por qué no regresas a la vida? Se pregunta un personaje de la novela El jugador, obra literaria de Dostoyevski. Una pregunta que nos hemos hecho, a veces a solas frente al espejo o llorando en algún rincón. Esta vez, en esta columna quiero confesar que viví violencia de género y lo digo porque fui una de las mujeres que criticaron a otras con frases de que si sigues en una relación tormentosa es porque te gusta vivir así. ¡Y no! A nadie le gusta vivir en violencia, escuchar frases que te cortan la sangre. Peor que te agredan hasta matarte.

Pero los seres humanos somos necios y hasta que no lo vivimos no tenemos opinión propia. En este despertar me encontré con este proyecto ANA, una iniciativa de la primera dama, Lavinia Valbonesi, para combatir, en parte, la violencia de género.

Ella en sus tiktoks se muestra extrovertida, pero cuando habla de este tema es seria y me dio la impresión de que tiene un carácter fuerte. Utiliza su posición para esta causa, habla y consigue presupuesto de la empresa privada para ofrecer a mujeres que han sufrido violencia de género, cursos y al final alguna plaza de trabajo. Aún no tiene un número de mujeres que ha logrado emplear en las empresas que apoyan al proyecto ni cuántas beneficiarias son de los cursos que se brindan. Tampoco hay un número de empresas exacto que se pueda exponer, porque cada semana se consigue algún patrocinador.

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No recibe ayuda del Gobierno y los funcionarios de Presidencia si bien la respetan no están bajo sus órdenes, esto me consta, es su iniciativa que según comenta tiene tres etapas: prevención, formación y empleabilidad. El nombre del proyecto se debe a una mujer guayaquileña que le contó su dura realidad, ya que ella quería dejar a su violenta pareja, pero no podía ya que sus hijos se quedaban sin sustento. Esta dependencia es otra forma de violencia y es por eso que Valbonesi insiste en formar primero a las mujeres para que emprendan algo o puedan trabajar en alguna parte.

En esta primera etapa, de prevención, exponen charlas en escuelas fiscales, donde cuentan a los niños lo que es la violencia para que ellos reconozcan sus derechos. Valbonesi aspira a que la iniciativa continúe incluso si no ocurre la reelección de su esposo. Actualmente el proyecto está presente en Guayas, Pichincha, Azuay, Manabí y Orellana. Aspira a crear en la etapa final un centro de acogida para niños víctimas de violencia intrafamiliar.

En la cuenta de Instagram del proyecto ANA, las mujeres interesadas en los cursos presenciales y online pueden inscribirse. El objetivo es cortar con la dependencia económica de las mujeres que sufren violencia de género. Esta idea puede ser complementada con una eficaz y real ayuda por parte del Ministerio de la Mujer, institución encargada de brindar asesoría legal y psicológica en estos casos, sin embargo, esto no ocurre. Al menos en Quito, la institución no cuenta con abogados que den soporte legal a las denuncias que mujeres valientes realizan y la asistencia psicológica es casi nula, ya que al momento existen 1.000 víctimas de violencia de género en la capital y solo cuentan con una psicóloga en matriz. Y es vital que la violencia de género tenga un tratamiento integral. (O)

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