Las ‘señoras de azul’ ayudan a los niños de las escuelas a nivelarse y aprender valores | Comunidad | Guayaquil

Su labor en las escuelas empieza a las 10:00, pero la preparación de las voluntarias se inicia horas e incluso meses antes. Eligen ropa cómoda y su tradicional mandil para llegar, como cada semana, a los planteles educativos fiscales y ejercer su labor.

A su llegada, los niños las reciben con abrazos y sonrisas en los rostros, pues reconocen el color azul de su mandil que han usado en las tres últimas décadas.

Con danza, teatro y marimba se busca que los chicos de la isla Trinitaria se sientan atraídos más por el arte

La Asociación de Voluntariado Educativo (AVE), que tiene su base en Guayaquil, nació en 1990. La conforman 23 personas, algunas no nacidas en la ciudad, pero quienes se consideran guayaquileñas de corazón porque el Puerto Principal fue el que les abrió las puertas para su ejercer su noble oficio.

Hace 34 años, cuando se inició el voluntariado, se detectó que los niños, quienes son su grupo de acción, carecían de ciertos conocimientos y de valores.

Esto no solo en escuelas de la zona rural, sino de la urbana tanto de Guayaquil como Samborondón. Se inició con el voluntariado en la Perla del Pacífico, en el sector del Guasmo y Urdesa; y luego se amplió hasta el cantón vecino en el sector de La Barranca y el Buijo, en donde actualmente trabajan.

Su presidenta, Julia Saab de Auad, cuenta que con la premisa de reforzar conocimiento de los niños idearon tres programas que se mantienen hasta la fecha. Todos son enfocados en la nivelación escolar y la formación humana tanto de los menores como de los padres de familia.

”Vimos a muchos niños que no sabían leer ya estando en cuarto de básica o que en su casa tenían malas actitudes con sus padres y pensamos en que eso era algo en lo que se podía trabajar con amor y brindando ese tiempo que se requiere”, señala.

En diciembre, el voluntariado realiza agasajos para los niños con quienes trabajan durante el año. Foto: Cortesía

La iniciativa Alpha, uno de los tres pilares de la asociación que trabaja específicamente con niños, se centra en la nivelación escolar con refuerzos en inglés, matemáticas y lenguaje; Beta busca rescatar los valores y Gamma está dirigido, principalmente, a los padres de familia.

Ketita Pereira de Oneto, vicepresidenta de la organización, cuenta que trabajar con niños es “brindar tiempo de calidad”.

El área de acción de la asociación son estudiantes hasta séptimo año de educación básica.

“Cuando vamos el grupo de voluntarias a cada una de las escuelas perdemos nuestros nombres y nos convertimos en las ‘señoras de azul’ o en las ‘tías’. Los niños corren a abrazarnos y a buscar ese amor o ese compartir que quizá les hace falta”, afirma Pereira, quien añade que también hay niños con discapacidad con los que se trabaja en las escuelas.

El grupo es multidisciplinario, dice Magdalena Garzón de Peñaherrera, vocal de relaciones pública de la asociación. Dentro de AVE cada una, a lo largo de los años, ha tomado un rol. Según los conocimientos de las voluntarias se dan clases de matemáticas, de lenguaje y hasta inglés, todo acorde con el pénsum que manejan en el plantel educativo fiscal al que acuden.

Las directoras y rectoras de las escuelas tienen un papel importante para la labor de la asociación, pues son ellas quienes reúnen a los niños que tienen falencias para que reciban este apoyo extra que se requiere.

‘Uno viene a dar, pero termina recibiendo más’: el sentir de misioneros que visitan hospital en Guayaquil llevando mensajes de aliento

Trabajan con tres escuelas en las que hay una cabeza que lidera un grupo de seis voluntarias. De manera fija acuden una vez por semana, por 1 hora y 30 minutos, aunque mencionan que hay ocasiones en las que pueden llegar a dos o tres veces.

Para financiar su trabajo en el año realizan un bingo en el mes de junio en el que se apoyan con la empresa privada. Allí reúnen los recursos para llegar, por ejemplo, a proyectos como el de abril en el que donan una mochila y útiles a 600 niños.

Asimismo, para octubre, iniciar con la recolección de juguetes y en diciembre entregar y organizar agasajos por las festividades.

”A nosotros nos motiva saber que podemos hacer algo por la ciudad, por el país, para evitar la deserción escolar y ayudar a ese grupo que siempre necesita amor, ser escuchado y educado”, manifiestan las voluntarias.

En esa línea, en este año, también apostaron desde junio por el deporte y lograron conectar con profesores para que los niños reciban clases de fútbol.

”Somos un grupo que busca que más empresas y personas se unan a esta iniciativa que ya tiene 34 años. AVE es amor por los niños y es una misión que queremos que perdure por muchos años”, señalan las voluntarias. (I)

Fuente

Comparte esta noticia

Volver arriba