Nelsa Curbelo: El futuro de Ecuador | Columnistas | Opinión

Empezamos la época de elecciones, y más allá de los comentarios, diatribas u elogios a cada candidato, se necesita una visión política clara de cada ciudadano. Porque a pesar de que un voto parece poco, a veces define una elección. Pregúntenle a Trump, a Al Gore, al mismo Daniel Noboa, a Lasso y a Lenín. Por eso hay que ir a las elecciones como si solo dependiera de cada uno, sabiendo que depende de la mayoría. Con orgullo y con humildad, las dos cosas al mismo tiempo.

El ambiente belicoso de la Asamblea Nacional, espejo de nuestra realidad (nosotros fuimos los electores de quienes ahora dicen representarnos y decidir en nuestro nombre), que nos humilla más allá de nuestras fronteras, no ayuda a desempeñar con serenidad el rol que a la ciudadanía le corresponde. Los densos nubarrones de quien ocupará la Presidencia en el intervalo de la campaña agrega elementos de discordia e inquietud. La situación social, económica, sanitaria, de inseguridad y miedo abona al enojo colectivo.

El futuro del país está en una encrucijada, donde las decisiones que tomaremos determinarán si se avanza hacia una sociedad más equitativa y pacífica o si, por el contrario, nos vamos al despeñadero, profundizando las divisiones existentes y entregándonos a las mafias que impregnan todas las estructuras del Estado.

El combate a los grupos de delincuencia organizada, GDO, no será posible solo mediante políticas de seguridad estrictas, requiere la transformación profunda de la manera en que los ecuatorianos se relacionan entre sí y consigo mismos.

Si la droga se convierte en un consumo superfluo en vez de un placebo para ser felices, consumiéndola o vendiéndola y muchas veces ambas a la vez, los pilares de ese negocio se resquebrajarán y acabarán cayéndose sobre sí mismos. Pues esas empresas transnacionales que contratan sicarios y dan franquicias, como explica Fernando Carrión, necesitan consumidores.

Por eso la educación en valores de autoestima, respeto, empatía y solidaridad no son un adorno incapaz de competir con las materias de tecnología, matemáticas y otras consideradas fundamentales para formar profesionales que encuentren puestos de trabajo, sino el caldo de cultivo en el que estos se enraízan. Son claves para prevenir futuros conflictos y detener la sangría que la corrupción, los enriquecimientos ilícitos, originan e impiden que el país pueda avanzar hacia un desarrollo sostenible.

Ecuador es un país con una marcada brecha entre ricos y pobres, y donde las comunidades indígenas, afroecuatorianas y rurales enfrentan una exclusión histórica. El futuro pasa por reconocer y solucionar estas desigualdades estructurales, garantizando que todas las personas tengan acceso a derechos básicos como la educación, la salud y el empleo digno. Que el campo tenga toda la infraestructura que permita a sus habitantes tener acceso a educación y salud de calidad y no tengan que migrar a las ciudades aumentando el grupo de los extorsionados por vacunadores de todo tipo.

La transformación de las estructuras que perpetúan la violencia y la desigualdad es clave para garantizar el futuro.

Prepararse para una elección crucial es como abrazar el futuro que queremos para nosotros y todos los que amamos, con responsabilidad, ilusión y pasión, amor y alegría. (O)

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