Miguel Rivadeneira Vallejo: Oportunidad o amenaza | Columnistas | Opinión

El triunfo de Donald Trump a la Presidencia de los EE. UU. abre una serie de inquietudes e interrogantes sobre lo que será su política internacional y fundamentalmente sus relaciones con los países de América Latina. En medio de ello, se plantea en la región el desafío de una oportunidad, para unos, o una amenaza, para otros, frente a la nueva administración de la Casa Blanca.

Los países de la región están hoy amenazados por las dictaduras y los regímenes autoritarios del socialismo del siglo 21, protegidos por algunos cómplices, que han sido un total fracaso para sus pueblos. Basta examinar los resultados que exhiben las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y el deterioro de la situación interna en Bolivia, entre otros.

Cómo puede admitirse que se pase por alto, sin una protesta generalizada en Latinoamérica, el robo descarado en las elecciones de Venezuela, cuando hasta hoy el dictador no ha podido exhibir ni los votos ni las actas oficiales de su supuesto triunfo, a diferencia de la realidad que sí ha mostrado al mundo al claro ganador de los comicios, hoy exiliado en España.

El respetado Centro Carter fue el único veedor autorizado por la propia dictadura bolivariana y resulta que también entregó su informe a organismos internacionales, con documentos oficiales y actas de votación, que corroboraron la amplia derrota del dictador y el triunfo del candidato de la oposición.

A la dictadura oprobiosa de Venezuela admiran y respaldan los seguidores del socialismo del siglo 21, que tienen candidatos en las elecciones presidenciales y legislativas del Ecuador y que no se ruborizan al identificarse con ese régimen, que ha provocado la huida de más de siete millones de personas, que ha conculcado todos los derechos y las libertades de sus ciudadanos, que tiene centenares de presos políticos, incluidos niños y adolescentes.

Frente a este panorama, resulta un vergüenza que los regímenes de México, Colombia y Brasil sean cómplices y timoratos en fijar una posición en defensa de la democracia y los resultados electorales en Venezuela.

Igualmente, las dictaduras en Nicaragua y Cuba, que han proscrito desde hace años todos los derechos y las libertades y que persiguen y desaparecen a los que piensan diferente. Hay que reconocerles un logro a Venezuela, Cuba y Nicaragua: consiguieron lo que prometen, la igualdad, pero todos sumidos en la pobreza y la miseria y no en la prosperidad.

Las administraciones de México, Brasil, Colombia abogan por delincuentes, como se ha demostrado con los condenados en Ecuador por corrupción, unos presos y otros prófugos de la justicia, pero al contrario, no han tenido la decencia de reconocer al legítimo presidente electo de Venezuela.

Estos hechos evidencian los desafíos que tendrá la nueva administración republicana en EE. UU., aun cuando su prioridad será primero su país y mejorar la situación económica y social interna de los americanos.

La clara posición que ha exhibido desde mucho antes el presidente electo de EE. UU. sobre los regímenes autoritarios, los dictadores y sus aliados y protectores deberán poner las barbas en remojo por lo que pudiera venir durante su nueva administración. (O)

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