Luis Gallegos Chiriboga: En manos del ‘ojalá llueva’ | Columnistas | Opinión

El mundo está sumido en un perpetuo conflicto consigo mismo, lo que demanda un análisis profundo de las causas que llevan a esta incapacidad de conciliar acuerdos que permitan sobrepasar los obstáculos que nos impone la historia.

Esta constante de comportamiento egoísta, que no busca el bien común, está siendo analizada en muchos confines del planeta. La ausencia de cohesión social lleva al distanciamiento entre quienes conforman la sociedad y puede conducir a enfrentamientos, violencia y hasta la disolución nacional.

El comportamiento inmaduro de las sociedades se caracteriza por soluciones rápidas que no dan paso al análisis de las consecuencias. No se tiene en cuenta que la toma de decisiones debe ser producto de conocimiento, análisis y sabiduría derivada de experiencias pasadas, a fin de superar los problemas con inteligencia, dedicación, persistencia y valentía.

Es una era que varios analistas han calificado como “el tiempo de la zozobra”, pues vivimos en un momento en el que el mundo se incendia, hay violencia política y hasta guerras genocidas que somos incapaces de parar.

Ese sentimiento de impotencia y desconfianza de los liderazgos trae reacciones de autocuestionamiento, de frustración y carencia de esperanza.

El próximo futuro probará aún más nuestras capacidades, ya que el fraccionamiento del multilateralismo y la confrontación entre potencias y grupos regionales nos afectarán a todos, en todos los niveles. Deberemos fortalecer nuestra capacidad para tener una política exterior digna, soberana y en la que prevalezcan nuestros intereses nacionales y no los de otros actores, por más poderosos que ellos sean.

El cambio climático es quizás el ejemplo más patético. Todos estamos viviendo el agravamiento de los fenómenos climáticos y buscando consensos que nos permitan paliar el problema que nos afecta a toda la humanidad. No podemos lograr soluciones internacionales porque hay quienes inclusive niegan que existe cambio climático. Obviamente, son los que más polucionan.

A los ecuatorianos nos ha tocado vivir una crisis eléctrica porque no llueve en la Amazonía y no tenemos agua en las hidroeléctricas de la cordillera oriental. Esto lo sabíamos desde hace muchos años, pero nuestra incapacidad de priorizar soluciones, la incompetencia de las estructuras responsables y los recortes de recursos, producto de la eterna crisis fiscal, nos llevan al punto que nos imponen estos sacrificios, en una era de tecnología y modernidad que nos retrasa décadas de desarrollo.

Increíble que un país rico en recursos, que podrían sacar a todos de la pobreza, se niegue a explotar sus recursos naturales, impida la inversión extranjera y no encuentre soluciones a sus problemas por un bloqueo mental que avergüenza y que hace que los intereses de una minoría pongan en peligro los intereses nacionales.

Hemos hecho todo lo contrario a la razón, nos hemos puesto en manos de la “suerte” de un factor incontrolable como es el clima, estamos en la era del “ojalá llueva”. (O)

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