Me quedé estupefacto cuando me enteré de que los bultos dejados en los alrededores de los juzgados en un centro comercial no eran amenazas para los jueces ni un mensaje de los delincuentes, sino obra de estudiantes de una universidad privada ubicada del otro lado del centro comercial. Lo hicieron como parte de una clase o taller de arte.
No entiendo en qué planeta asustar a la ciudadanía, que ya vive aterrada por la ola delincuencial, con bultos simulando cadáveres, puede ser considerado una manifestación artística. Estas acciones me hacen preguntar: ¿qué nos está pasando como sociedad para que un centro académico promueva estas bromas de mal gusto y las justifique diciendo que es para promover “la reflexión sobre problemáticas sociales, como la violencia”?; y ¿qué clase de mente retorcida concibe estas manifestaciones de “arte” cuando los delincuentes nos tienen a los ciudadanos tan asustados que vivimos en zozobra?
Lo menos que hubiera esperado de un centro académico es una disculpa pública a la ciudadanía guayaquileña y el compromiso de nunca más realizar estas “manifestaciones artísticas” fuera de su campus. Los guayaquileños no estamos para estas bromas de mal gusto.
Declaran inocentes a universitarios detenidos por poner bultos en exteriores de complejo judicial de Guayaquil
La universidad ha indicado que hay otros proyectos “artísticos” similares, los cuales también rechazo si siguen en la misma línea. Nos están tratando a los guayaquileños como objetos de sus experimentos de arte, lo que tiene connotaciones éticas que van más allá de lo meramente académico. Las autoridades de la Senescyt deberían poner atención a estas cosas para evitar que la violencia se trivialice en las aulas universitarias y se traslade a la sociedad. Ese no es el legado que esperamos de la academia ecuatoriana.
Tampoco he escuchado a ninguna autoridad ni medios de comunicación reclamando en defensa de nuestra tranquilidad. Qué pena, estamos desamparados. Seguramente, si esto hubiera tenido una connotación política, ya habrían saltado los fiscales, ministros y diputados.
Pero como solo es una broma de mal gusto promovida (y defendida) por una universidad, parece no importarle a nadie, a pesar de que se han cometido algunos delitos o contravenciones, como alterar la paz y el orden público, invadir predios privados y arrojar basura en la vía pública.
¿Y el arte…?
Los estudiantes han sido declarados inocentes. Estoy de acuerdo con ello. Son quienes instigaron este adefesio los que deben responder a las autoridades y a la sociedad guayaquileña. ¿Quién paga por los recursos que movilizó la Policía para atender esta falsa alarma? ¿Qué hay del impacto emocional que se sigue acumulando como una bomba de tiempo en la ciudadanía? ¿Qué hay de nuestras actividades diarias si ya no podemos ir a ese centro comercial donde ya se han presentado atentados reales y falsos? ¿Qué dirán los turistas que nos ven desde lejos? “No vayas a Guayaquil, porque los universitarios te pueden hacer una broma de mal gusto”. Me pregunto si realmente hubo un análisis previo del impacto en nuestra sociedad. ¿O no les importó? Estas cosas deben ser analizadas en un comité de ética dentro de la universidad para asegurar que sus “manifestaciones” no vuelvan a tener un impacto negativo en la sociedad. (O)
Fernando Félix, Guayaquil