Con la aplicación de la biotecnología, una investigación de la Universidad Católica de Quito ha llevado desde comercializar una bebida a incursionar en tratamientos para la piel.
En 2008, un equipo de esa universidad obtuvo muestras de madera de los antiguos toneles cerveceros del convento de San Francisco que están en el museo, ubicado en el centro de la capital, y a través de una técnica innovadora resucitaron las levaduras que los franciscanos usaban, lo que permitió restaurar la receta original de más de 450 años.
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La primera cerveza del continente americano se había producido en Quito en 1556 gracias a fray Jodoco Rickie, un monje franciscano belga, mencionó ese centro de estudios.
Javier Carvajal, profesor-investigador de la PUCE, especialista en bioquímica, nanotecnología y alimentos, empezó a investigar las levaduras que podrían haber sido utilizadas en la producción de esa bebida.
Sostuvo que con un método de tres pasos de resucitación, idea que está protegida como secreto industrial, lograron que una célula se pueda reproducir, y a partir de eso obtuvieron la cepa de levadura con la que los franciscanos elaboraban su cerveza.
En 2011 tuvieron el primer prototipo de la cerveza. Luego se siguió perfeccionando, a tal punto que actualmente tienen una receta definida porque, adujo, depende de los ingredientes que se consiguen localmente.
Hay que asegurar, por ejemplo, el suministro de granos específicos como el trigo, la cebada malteada, el maíz, un caramelo especial adaptado. También se tomaron en cuenta las evoluciones del mercado porque, además, de ser un proyecto científico también es comercial.
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El proyecto fue incubado en una planta cervecera en el valle de los Chillos, que dio paso a lotes del producto, pero se tuvo que hacer un licenciamiento de la marca a una microempresa que la comercializa en bares y supermercados.
“Es la cerveza más antigua del continente americano, eso es lo que la historia nos ha dicho, la investigación histórica que está detrás”, dijo.
Desde hace un mes, el producto está en el mercado bajo el nombre de Quito 1566, año en el cual fue la fundación de una cervecería en el convento de San Francisco.
La cervecería antigua del convento de San Francisco es uno de los lugares especiales de un recorrido turístico que se hace del lugar.
“Los primeros frailes que arribaron empezaron con la producción de cerveza artesanal para el consumo interno”, menciona el museo en su sitio web.
El recrear la bebida ha abierto un campo para nuevas terapias médicas y aplicaciones en la regeneración de tejidos humanos en campos como biología, medicina y bioingeniería.
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En un paso por Ecuador, ya que actualmente vive en Estados Unidos por otro proyecto, derivado de esa investigación inicial, Carvajal indicó que están involucrados en proyectos para la generación celular, regeneración de tejidos, ingeniería de tejidos.
Ya han realizado algunas pruebas para curar heridas de pie diabético, dermatitis atópica, inflamaciones, quemaduras, picaduras de insectos, heridas en la piel, pues hay regeneración de tejidos.
En Ohio, Estados Unidos, se fundó una compañía donde se produce una sustancia a partir de la extracción de nanopartículas de la tagua ecuatoriana que presenta propiedades antimicrobianas. Utilizan los residuos que lo pulverizan y obtienen las nanopartículas para el producto.
El investigador destaca que así se sostiene la cadena de valor de la tagua desde comunidades vulnerables.
La firma tiene un año y medio de creación, de la cual esa universidad es socia. Ya tienen un primer cliente. (I)