Juan Morales Ordóñez: Avispados y educados | Columnistas | Opinión

Muchas de las palabras que utilizamos coloquialmente en Ecuador provienen de su uso generalizado en una u otra de las distintas regiones del territorio nacional. Algunas tienen su origen en el quichua que se habla en la serranía y en algunos lugares del oriente. También las culturas locales de los pueblos y ciudades aportan sus particularidades lingüísticas.

Avispado es una de ellas y significa listo, despierto o sagaz. La empleamos para nombrar a quienes actúan así en sus vidas privadas y públicas. Son personas que reaccionan rápidamente ante cualquier circunstancia, saben aprovechar el momento y resuelven situaciones desde esa inteligencia práctica que alcanza resultados objetivos en la cotidianidad. Hasta hace algunas décadas, se podía pensar, que esta característica era distintiva de los grupos ubicados en territorios cálidos.

La tradicional manera de ser costeña podría ser, entre nosotros, el mejor ejemplo de lo que este vocablo representa en su aspecto positivo. Sin embargo, me parece, que cada vez más esa capacidad de reaccionar con presteza, enfrentar situaciones y sacar provecho de ellas, se ha expandido a la sociedad ecuatoriana en general. Ese talento es común a todos los pueblos. Serranos, amazónicos, costeños o insulares son tan listos y rápidos como cualquiera.

Ser avispados es una competencia nacional adquirida. Eso está muy bien, sin duda. Pero no es suficiente. Siendo una característica positiva, sin una formación más amplia, podría ser el denominador común que se imponga y genere una forma cultural en la cual cada quien intente sacar provecho de las circunstancias y de los otros, sin ningún tipo de remilgo y menos de pudor. Todo valdría, desde el ejercicio de la condición de avispado, que llegaría a ser un rasgo cultural aceptado y un objetivo a cumplir… ¡así hay que ser!

Avispados para interpretar la

ley. Avispados para favorecer a agnados y cognados. Avispados para camuflar lo inconfesable, para mentir, para robar, para enriquecerse, ganar

a cualquier precio, aprovecharse de los otros, beneficiarse de los menos listos y medrar de lo público… de lo que es de todos.

La consciencia de la responsabilidad individual en la construcción de una cultura sostenible es un nivel superior al de ser listos. Es una especie de software o programa psicológico y cognitivo que condiciona a la individualista inteligencia práctica, que sin la perspectiva que apunta al entendimiento de la interdependencia de la gente entre sí y de todos con el medio ambiente, sería una competencia devastadora que genera destrucción y actitudes desafiantes frente a quienes intentan razonar sobre la bondad cívica de sus acciones.

Creo que los ecuatorianos hemos alcanzado un gran nivel en la primera categoría. Somos listos y despiertos. Considero que aún no somos correctos cívicamente. Sostengo que es imprescindible dar el paso hacia la incorporación colectiva de factores que permitan comprender la relación con los otros y el compromiso personal. Afirmo que un elemento importante en la transición de avispados a conscientes de la corresponsabilidad, es el ejemplo de quienes gobiernan. Esa variable, brilla por su ausencia. (O)

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