Era un viernes por la noche, estaba reunida con un grupo de amigos y de pronto se escuchó: “Es que nosotros siempre pagamos todo”. Una corta frase que dio paso a un largo debate que, en más de una ocasión, se pone sobre la mesa: ¿quién paga la cuenta en las citas, el hombre o la mujer? Suena como una guerra de los sexos, pero es una situación cotidiana a la que todos nos enfrentamos cuando tenemos una cita… y si tienes pareja, probablemente es una situación que atraviesas a diario.
Resulta imposible dejar a un lado el hecho de que hoy en día ya no existen salidas o citas en las que $ 20 sean suficientes para dos personas; y la realidad es que, a medida que crecemos (porque aunque nos cuesta aceptarlo ya somos adultos), entendemos más esa frase que exclamaban nuestros papás: “Todo es plata”.
Antes de continuar, una aclaración importante: somos Camila Paz y Rashel Goyes y en esta columna no hablamos de finanzas, sino de dudas que surgen en conversaciones con nuestros amigos.
En esta ocasión, no podemos evitar preguntarnos ¿cómo se dividen los gastos en una pareja? ¿y quién gasta más en realidad?
Lo que ellos y ellas piensan
Para conocer un poco más sobre este tema, entrevistamos a hombres y mujeres para conocer cómo es la dinámica en sus relaciones en pareja. Para Ernesto, de 26 años, “el hombre, en la mayoría de los casos es quien gasta más”. Aunque reconoce que muchas mujeres hoy son independientes, ve el gasto masculino como algo cultural, ligado a la caballerosidad y la costumbre. Además, recalca que “ser mujer es más caro”.
Por otro lado, Valeria, de 27 años, no está convencida de que el hecho de pagar las cuentas sea tan simple. Según ella, “las mujeres gastamos muchísimo para estar guapas para las citas”. Y sí, podemos nombrar el cabello, cejas, depilación, maquillaje, ropa… la lista nunca termina. Mientras ellos cubren las cuentas de las cenas o el cine, nosotras, de alguna manera, siempre terminamos invitando el postre o las entradas. Es un ciclo que, según Valeria, “termina equilibrándose más de lo que parece”.
Y claro, no podemos dejar de lado una frase llena de la cruda verdad que nos compartió Dharma, de 26 años: “Si el hombre no gasta en ti, gasta en la otra”. Porque, admitámoslo, los gastos también tienen un simbolismo de esfuerzo, tiempo y dedicación en las relaciones.
El famoso 50/50
La teoría del 50/50 parece ideal: dividir los gastos en partes iguales para mantener el balance. Pero como dice José, de 28 años, “los fondos no son ilimitados”. Para él, invitar a su novia es algo natural y hasta placentero, pero admite que las finanzas deben manejarse con conciencia. “El objetivo siempre será invitarla por el resto de mi vida”, asegura, y agrega un hecho realista: “Si me incomodara, la vida sería un poco complicada”.
La práctica de dividir los gastos es otra historia. Ya que además debemos tomar en cuenta que, según los resultados de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo de junio de 2024, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 9,2% de los jóvenes de entre 18 y 29 años está desempleado; solo el 30 % de los jóvenes tiene un empleo adecuado y su ingreso promedio es de $ 399.
¿Deberían las parejas hablar de dinero?
La respuesta es sí, porque la realidad es que de amor no se vive. Hablar de dinero en las primeras citas puede parecer incómodo, pero es esencial en caso de que ambos quieren mantener una relación a largo plazo. Entender cómo se proyectan como pareja, cuáles son sus prioridades y hábitos financieros es clave para evitar conflictos futuros o incluso divorcios.
Al final, el tema no es solo quién paga más, sino cómo se manejan juntos, ya que como comenta Renato, “el hombre siempre quiere invitar más y estaría dispuesto a gastarse todo su sueldo en su novia”.
Pero la vida no es estática y las situaciones cambian cada año. Pueden surgir momentos en los que sea la mujer quien tome las riendas económicas, ya sea por un cambio laboral o simplemente por el equilibrio natural que cada pareja crea con el tiempo.
La realidad es que todo dependerá de cada relación, los ingresos de cada uno y los acuerdos que establezcan juntos, reglas con las que ambas partes deben estar de acuerdo. Como Valeria reflexiona, “al final, ambas partes invierten, ya sea dinero, tiempo o esfuerzo”. Y tal vez esa sea la clave: entender que el balance no está solo en la cuenta bancaria, sino en el compromiso compartido. (O)